Con la reciente renovación de las
clases E y S, Mercedes-Benz ha dado un salto tecnológico importante
en cuanto a sistemas de prevención
y alertas de seguridad. Ya lo probamos con la berlina y en
pocos meses podremos hacerlo con la nueva versión familiar del Clase
E. El Estate equipará, de igual forma que la berlina y el coupé,
sistemas como la alerta por cansancio, la
frenada de emergencia automática o el capó activo. Pero
además, y dada su orientación práctica, el equipamiento específico
afectará a la comodidad de realizar y distribuir la carga.
Esta es la quinta generación de la
versión Estate en la clase E, que a día de hoy ya puede contar
32 primaveras en toda su historia. Su precio comienza en los
45.350 euros de la versión E220
CDI de 170 cv. Por tanto, la diferencia con respecto a
la berlina es de algo más de 3.000 euros.
Más seguridad
En el nuevo clase E se incluyen
nueve airbags de serie
entre los que destacan, además de los habituales, los de rodilla
para el conductor, dos laterales en los asientos delanteros y otros
dos de cortina que se extienden desde el pilar A hasta el C.
Opcionalmente se puede adquirir un airbag protector de pelvis y
otros “sidebags” para las plazas traseras.
En cualquier caso, el clase E
destaca sobre todo por el equipamiento en cuestión de seguridad
y prevención con elementos como la
alerta por cansancio, el
Distronic Plus (que permite mantener una distancia con
respecto al coche de delante) o el
freno de emergencia PRE-SAFE,
que tensa los cinturones momentos antes de un accidente. Una
incorporación a toda la gama del clase E será la de los
cinturones traseros con limitadores de fuerza, una opción que
permitirá ajustar la presión del cinturón en función del tamaño
y del peso de los pasajeros.
Inicialmente, el nuevo Clase E
familiar podrá elegirse con hasta
cinco motores diferentes que
comprenden potencias desde los 170 cv ( en el E220 CDI)
hasta los 388 cv (el
caso del E500). El E250 CDI, por ejemplo, con 204 cv de potencia
y 500 Nm de par, tiene un consumo homologado de 5,7 litros y
unas emisiones de 150 gramos de CO2 por kilómetro. El secreto de
un consumo tan bajo, según ellos mismos, reside en que los
inyectores piezoeléctricos son más eficientes y el trabajo del
doble turbocompresor de dos etapas mucho más satisfactorio,
además del trabajo correspondiente en aerodinámica, pesos y
reducción de rozamientos.