Una mujer estadounidense de 41 años muere 23 días después de dar
a luz a su hija, por la cual
renunció a un tratamiento de quimioterapia que podía
haberle salvado la vida.
Los médicos diagnosticaron un
cáncer a Stacie Crimm, de 41 años, en plena gestación. Le
dijeron que la única forma de atajar el cáncer terminal que tenía
desarrollándose en la cabeza y el cuello era la quimioterapia.
El tratamiento afectaría sin
duda al bebé que estaba gestando, pero ella prefirió
entonces seguir adelante con su gestación y renunciar a la
quimioterapia.
La niña, que nació con un kilo de peso, tuvo que permanecer en la
incubadora del hospital tras su nacimiento, pero
por expreso deseo de la madre
ya está viviendo con su tío, Ray Phillips, y sus cuatro primos.
Stacie supo en marzo que estaba embarazada, después de años
creyendo que era estéril. Muy pronto comenzó a sentir
dolores de cabeza y a ver doble.
También sufría
convulsiones.
En agosto, Stacie se desmayó y el corazón del bebé dejó de latir
unos momentos. Los doctores
decidieron hacer una cesárea. La niña, de menos de un kilo
pasó a la incubadora, la madre, a cuidados intensivos, en coma.
Veinte días después se despertó y las enfermeras le preguntaron
si quería conocer a la niña. La tuvo unos minutos en brazos. Tres
días después, Stacie falleció.
Dottie ya ha salido del hospital y está en casa de su tío,
con su nueva familia.