Las grandes empresas, las fundaciones de arte o los fondos de
inversión que quieran disfrutar de un escaparate en la orilla del
Gran Canal de Venecia o en el prestigioso barrio de la moda de Milán
pueden considerar abierta la temporada de compras. El Gobierno
italiano va a poner a la venta 350 inmuebles históricos propiedad
del Estado y que se encuentran vacíos.
El presidente del Ejecutivo, Mario Monti, y su ministro de
economía, Vittorio Grilli, buscan la forma de inyectar en las arcas
públicas entre 15.000 y 20.000 millones anuales para reducir la
deuda pública hasta que represente el 100% del producto interior
bruto (PIB), 23 puntos por debajo de donde se encuentra ahora.
Después de recortar el gasto público —por ejemplo, el viernes el
Consejo de Ministros decidió el cierre de 31 tribunales—, introducir
el impuesto sobre la vivienda, reformar el mercado laboral y el
sistema de pensiones, en el último tramo de legislatura, Monti
necesita atacar la enfermedad crónica de la economía italiana: la
deuda. No puede escaparse. Italia debe a sus acreedores 1,9 billones
de euros. El país está en la línea del fuego junto a España: los
mercados dudan que pueda ser solvente.
Así que la reducción de la deuda va a centrar las labores de
otoño de los tecnócratas. Se lo piden los gabinetes de asesores, los
economistas y también los partidos en el Parlamento. Monti debe
frenar el aumento de un lastre que se pone cada minuto más pesado
(era el 104% del PIB en 2008, hoy el 123%) para evitar ulteriores
rebajas de las agencias de calificación de deuda, mostrarse serio
ante los inversores y quizás esquivar el rescate y la firma de
compromisos que pondrían en peligro la siempre frágil situación
política. Entonces, habrá cumplido con su misión, que, para usar una
expresión de Romano Prodi, era la de “desmontar Italia como si de un
mecano se tratara y volver a construirla desde principio”. El
professore de Bolonia, jefe de un Gobierno que abarcaba a más
de 10 partidos, no pudo con ello. El professore de Milán lo
está intentando.
Las joyas de la familia
Unas de las soluciones hasta ahora diseñadas consiste en vender
las joyas de familia. Roma es propietaria de inmuebles vendibles por
42.000 millones de euros, según relevó la relación sobre el
patrimonio inmobiliario preparada el año pasado por la Caja Depositi
e Prestiti, propiedad de Hacienda en un 70%.
El momento no es favorable a las compraventas de casas y, menos,
de castillos. A finales de 2012 el volumen de negocio del sector
inmobiliario cayó un 92% respecto al mismo periodo del ejercicio
anterior, según la compañía Real Capital Analytics. No sería la
primera vez que Italia intenta hacer caja liquidando sus palacios
sin mucho éxito: el fondo Immobili Pubblici ganó 860 millones de
euros con la subasta de 140 edificios. Pero había puesto a la venta
394 locales, por un valor total de 3.500 millones. En Bolonia, por
ejemplo, se puso a la venta el enorme convento de las Carmelitas
Descalzas, de 4.000 metros cuadrados, más patios y soportales. Al
finalizar la subasta no había conseguido ni una sola oferta. De los
13.000 millones de precio de salida, se fue rebajando hasta 9.900.
Pero tampoco así levantó nadie el brazo para hacerse con este bien
inmueble.
Sin embargo, muchas de las propiedades de la pasada tanda de
ventas estaban ocupadas y el Estado solo quería liqu
idez
inmediata para seguir pagando el alquiler. Se trataba, para los
inversores, de una fuente segura y continua de dinero. Ahora es
distinto: los 350 edificios de la lista están vacíos y se pueden
ocupar. Los tecnócratas italianos confían en que las firmas puedan
verse atraídas por la perspectiva de abrir una sede prestigiosa y
con encanto. Por ejemplo, en el Castillo Orsini en Soriano al Cimino,
en la región de Lazio (centro), que fue construido por el Papa a
mediados del siglo XIII. O en el palacio Diedo en Venecia,
construido en el siglo XVIII en pleno Sestiere (los barrios
venecianos) Cannaregio, sede de un juzgado hasta hace pocos meses.
Precio: 19 millones. Pero hay 17 edificios más en la ciudad lagunar.
Milán vende 100 locales, incluido el palacio Bolis Gualdo por 31
millones, en la calle Bagutta de Milán, la zona de la moda más
importante del mundo. Los negocios también son cuestión de imagen.