¿QUÉ SON LAS ESTRELLAS FUGACES?
Cualquier noche, en un lugar alejado de la contaminación de
la ciudad, podemos ver objetos luminosos que cruzan el cielo y
desaparecen... cuando esto ocurre solemos pedir un deseo. Las
estrellas fugaces son, sin embargo, meteoritos: pequeñas partículas
de polvo que, al penetrar en la atmósfera de la Tierra, emiten luz
debido al rozamiento del aire.Lo cierto es que, al cabo de un año,
unos ciento cincuenta millones de estrellas fugaces surcan el cielo
de día o de noche. Nuestro sistema solar está lleno de pequeñas
partículas de polvo a los que llamamos meteoritos o meteoroides, que
han quedado del paso de los cometas y que penetran a la Tierra desde
diferentes direcciones.
Por experiencia sabemos que cuando
frotamos un cuerpo contra otro, el rozamiento hace que ambos objetos
se calienten y, si el rozamiento es excesivo, entonces los objetos
pueden quemarse. Con los objetos provenientes del exterior y que
entran a la atmósfera terrestre ocurre un proceso similar. Al
penetrar en la atmósfera, el rozamiento con el aire hace que los
objetos se calienten tanto que se queman emitiendo luz.
Estas pequeñas partículas de polvo no
son más grandes que la cabeza de un alfiler y, prácticamente todas,
se desintegran entre 50 y 100 kilómetros de altura sobre la
superficie terrestre. Cuando las partículas son muy grandes, la
protección de la atmósfera es insuficiente y pueden llegar al suelo
en forma de meteoritos. Sin embargo, se requieren masas iniciales
del orden de kilogramos y velocidades muy bajas.
Afortunadamente, los astrónomos están
realizando observaciones constantemente y calculando las
posibilidades de choque de los asteroides que se encuentran en el
Sistema Solar, para evitar daños en los satélites y plataformas
espaciales. Hay que tener en cuenta que el impacto de una pequeña
partícula de polvo con un satélite puede destruirlo, y esto
afectaría a las comunicaciones en Tierra, a la seguridad de los
astronautas, a las predicciones sobre el tiempo, etc.
El estudio de las estrellas fugaces
es también importante para determinar cómo varía el número de
objetos con la masa en las cercanías de la Tierra. Aunque ya hemos
dicho que las estrellas fugaces no llegan a la superficie terrestre,
los cuerpos más grandes sí pueden hacerlo y un choque de un objeto
de 50 metros con la Tierra podría destruir una ciudad del tamaño de
Madrid.
Colisiones con la Tierra
Un ejemplo de estos peligros es el asteroide XF11, que se sospechaba
que podría colisionar con la Tierra, pero que los cálculos más
recientes revelan un máximo acercamiento sin choque, para el año
2028. Otro ejemplo es el asteroide 2000 BF19 que mide ochocientos
metros y que, según astrónomos estadounidenses, podría chocar con la
Tierra para el año 2022. Este asteroide es el quinto descubierto en
los últimos años, por lo que el riesgo de un impacto con nuestro
planeta está presente.
Algunos expertos comentan que poco se
podría hacer ante una situación de este tipo, aunque con la
tecnología que tenemos en este momento, se podría intentar desviar o
destruir el asteroide si se detecta a tiempo.
Ver una lluvia de
estrellas fugaces
Para ver el mayor número de estrellas fugaces es necesario, por un
lado, encontrar un lugar oscuro lejos del alumbrado público, ya que
uno de los factores que más afecta a la observación de meteoros es
el brillo de la Luna que evita que observemos los más débiles y, en
segundo lugar, ponerse cómodo, buscando una buena posición, como por
ejemplo tumbado.
Por su parte, los astrónomos
aficionados suelen emplear diversos métodos para llevar a cabo el
conteo de las estrellas fugaces. Desde la fotografía hasta las
cámaras de video, los prismáticos, las técnicas de radio o
simplemente sus ojos, sin ayuda de ningún instrumento óptico. Si
emplean esta última técnica entonces dibujan las estrellas fugaces
sobre cartas celestes anotando la hora de aparición, su brillo y su
velocidad.
Las lluvias de estrellas se ven todos
los años durante las mismas fechas porque los tubos meteóricos
tienen órbitas definidas que no cambian con el tiempo. Al girar
alrededor del Sol, la Tierra atraviesa estos filamentos durante los
mismos días del año, lo que produce las lluvias de meteoros. Un tubo
meteórico puede ser encontrado por la Tierra dos veces al año, como
sucede con el del cometa Halley.
Las más famosas estrellas fugaces que
podemos ver en el cielo, son: en enero las "Cuadrántidas" (que
proceden de la constelación de El Boyero); en abril, del 19 al 25,
las "Líridas" (constelación de la Lira); en mayo, del 4 al 10, las "eta
Acuáridas", (procedentes del cometa Halley); en julio, sobre el 27,
las "delta Acuáridas" (Aquario); en agosto, del 10 al 13, las
"Perseidas" (Perseo) que son las lágrimas de San Lorenzo; en
octubre, hacia el 8, las "Dracónidas" (Dragón); y del 20 al 26 las
"Oriónidas" (Orión); en noviembre, hacia el 5, las "Táuridas"
(Tauro); y del 13 al19 las "Leónidas" (Leo); y en diciembre, del 13
al 14, las "Gemínidas" (Gemini).
A cada lluvia se le asigna el nombre
de la constelación en la que se encuentra el punto radiante y por
eso es necesario conocer, más o menos, la situación de cada una de
estas constelaciones.
Las Perseidas o "Lágrimas
de San Lorenzo"
Es la lluvia de estrellas fugaces que podemos ver todos los veranos.
También se les llama "Lágrimas de San Lorenzo" por la proximidad de
su máximo de actividad a la festividad de San Lorenzo. Las Perseidas
reciben este nombre porque su radiante punto imaginario donde se
cortan las prolongaciones hacia atrás de los trazos meteóricos, se
encuentra en la constelación de Perseo.
Fue precisamente un fenómeno
protagonizado por Las Perseidas en los años 90 el que ayudó a
confirmar la hipótesis de que las estrellas fugaces son el polvo
emitido por los cometas que se convierten en trazos luminosos cuando
entran en la atmósfera terrestre.
En dichas fechas se registró una
actividad inusual de esta lluvia, tanto en cantidad como en el
momento en que sucedía: unas horas antes del máximo previsto por las
efemérides. Se comenzaron a registrar dos máximos de actividad
separados por unas 12 horas, uno de los cuales ofrecía estrellas
fugaces en mayor número y más brillantes que el otro. Los astrónomos
de la Organización Internacional para la Observación de Meteoros (IMO)
se arriesgaron a predecir la vuelta del cometa que supuestamente
originaba esta lluvia, el Swift-Tuttle, que en ese momento no se
encontraba visible. Sin embargo, sólo unos meses después de que esto
sucediese, el Swift-Tuttle, con un período de 135 años, reapareció
en nuestros cielos.

Fuente
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SISTEMA RESPIRATORIO
LA CLONACIÓN - QUÉ ES Y EN QUÉ
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EL TIROIDES - QUÉ ES Y PARA QUÉ
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