El presidente
iraní prosigue su programa nuclear
Sin concesiones ni gestos
conciliadores, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ha ocupado
personalmente la tribuna de Naciones Unidas, para advertirle al
mundo de que no va a detener la investigación de energía nuclear y
que no va a aceptar el control de la ONU, a la que considera un mero
instrumento al servicio de Estados Unidos. Con su desafío, el líder
iraní pone en primer plano una crisis que puede amenazar la
estabilidad internacional y potencia el riesgo de una carrera
armamentista en Oriente Próximo.
En la apertura de la conferencia para
la revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), en Nueva
York, Ahmadineyad, el único jefe de Estado que ha tomado la palabra,
ha desmentido las sospechas de que su país esté intentando fabricar
armas nucleares y ha asegurado que está siendo víctima de una
campaña de intoxicación de parte de Estados Unidos y de sus aliados
sin que exista "ni una sola prueba" que respalde sus acusaciones.
Las palabras del presidente iraní,
que provocaron que Estados Unidos y otras delegaciones, entre ellas
la de Francia, abandonaran el salón de la Asamblea General, han
decepcionado a la Administración norteamericana y al propio
secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que unos minutos antes se
había dirigido al mismo foro para afirmar que "Irán tiene la
responsabilidad de clarificar las dudas y las preocupaciones sobre
su programa nuclear".
Estados Unidos, que debía responder
en la ONU por medio de un discurso de la secretaria de Estado,
Hillary Clinton, ve frustrada así cualquier posibilidad de resolver
este conflicto a través del diálogo. El portavoz de la Casa Blanca,
Robert Gibbs, ha declarado que Ahmadineyad había "perdido la
oportunidad de aceptar sus obligaciones con la comunidad
internacional".
Basado en el principio de "energía
nuclear para todos y armas nucleares para nadie", el presidente
iraní ha defendido su derecho a desarrollar un programa nuclear y le
ha negado a Estados Unidos o a cualquiera la autoridad para
inspeccionar ese programa. Tampoco a la ONU o a su Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA), de las que ha dicho que
están siendo "explotadas" por el Gobierno norteamericano para
satisfacer su estrategia.
"El OIEA presiona a países que no
tenemos armas nucleares bajo la excusa de la no proliferación
mientras que es complaciente con los países que sí tienen armas
nucleares y que quieren conservarlas para mantener su superioridad
sobre los demás", ha manifestado. "Su único propósito", ha afirmado,
"es asegurarse que se mantiene el actual monopolio".
Según Ahmadineyad, su país "no
necesita armas nucleares" ni representa ningún peligro para el
mundo. "La única amenaza procede", ha dicho, "del único país que ha
usado hasta ahora el arma nuclear y que sigue amenazando con
utilizarlas contra mi nación y otras".
Sin expectativas
Aunque el Gobierno norteamericano no
había depositado grandes expectativas en este discurso, quedaba un
hilo de esperanza de que Ahmadineyad llegara a Nueva York con algún
tipo de oferta para negociar. No ha sido así. Su única propuesta,
aunque largamente expuesta en un plan de once puntos, fue la de la
completa destrucción de los arsenales nucleares de Estados Unidos.
No parece quedar ya más salida que la
del enfrentamiento. Primero, con sanciones económicas. Después, si
éstas no funcionan, como creen muchos, la Administración
norteamericana mantiene sobre la mesa todas las opciones posibles
para asegurarse de que Irán, cuyo Gobierno aboga por la destrucción
de Israel, no se hace con armamento atómico.
Esta conferencia va a ser una buena
oportunidad para que Estados Unidos genere consenso internacional
sobre esa causa. Varios países influyentes implicados en el
desarrollo nuclear con fines pacíficos, como Brasil, Egipto o
Turquía, no están muy convencidos de presionar a Irán mientras se
evitan medidas contra Israel, que no es firmante del TNP y posee,
aunque no de forma reconocida, armamento atómico.
Francia es actualmente el principal
impulsor en el Consejo de Seguridad de una resolución con nuevas
sanciones económicas para aislar al régimen iraní. Rusia y China,
otros dos países con derecho a veto, ha evolucionado en las últimas
semanas en dirección favorable a esas sanciones, pero pretenden
eliminar aquellas que puedan perjudicar a los ciudadanos iraníes.
Estados Unidos, por su parte, intenta un equilibrio entre unas
sanciones lo suficientemente duras como para ser eficaces y un
respaldo mayoritario -unánime, a ser posible- en el Consejo de
Seguridad.
Con el fin de dar la mayor
legitimidad posible a su posición, Hillary Clinton tenía previsto
anunciar en su discurso las cifras exactas de su arsenal nuclear,
mantenido hasta ahora en secreto -excepto las que están incluidas en
los acuerdos con Rusia-, así como nuevos fondos para la misión de la
OIEA. Fuentes diplomáticas en la ONU estiman que la votación de esas
sanciones se producirá, probablemente, tras la clausura de esta
conferencia, el 28 de mayo.
Fuente
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