MERCEDES E 63 AMG - DETALLES Y PRECIOS
Cuando apenas han pasado
cuatro meses desde el lanzamiento de la nueva Clase E de Mercedes,
la marca alemana incorpora a su gama la versión más deportiva y
evolucionada, la E 63 AMG, un rapidísimo vehículo
firmado por la prestigiosa filial de la compañía especializada en
desarrollar modelos de “pura raza”. A partir de agosto
se iniciará su comercialización y el precio en España será de
116.300 euros, con impuestos incluidos.Tanto
el motor como la caja de cambios y
algunos otros componentes proceden del roadster SL 63 AMG,
la última creación de la empresa, que transfiere su ADN a esta
berlina de altas prestaciones.
El propulsor, sin duda la joya tecnológica de estos
automóviles, es un V8 atmosférico de
6.3 litros de cilindrada, que eleva su potencia hasta
los 525 CV (11 más que su
antecesor) y, a pesar de ello, consigue reducir el consumo en un 12%.
Buena parte de este ahorro se debe a la transmisión automática de
siete velocidades, que ahora incorpora unos pequeños discos de
embrague en lugar del convertidor de par clásico, con lo que al
evitar el resbalamiento no sólo se gana en suavidad de marcha, sino
que esto tiene una influencia notable en el gasto de combustible.
Otras dos novedades de este cambio
son el “Race Start”, un sistema electrónico para lograr la máxima
eficacia en las arrancadas, al estilo de un coche de competición, y
la función de doble embrague que realiza de forma autónoma en las
reducciones, para que la frenada sea más segura y progresiva.
También el chasis del Mercedes-Benz E 63 AMG cuenta
con un desarrollo específico. La suspensión delantera es de nuevo
diseño y aumenta la anchura del eje en 56 milímetros respecto a las
versiones “normales” de la Clase E.
Esta suspensión frontal se compone de un conjunto
muelle-amortiguador, mientras que para el tren trasero se recurre a
un sistema neumático, una mezcla poco frecuente que tiene la ventaja
de proporcionar un tacto más preciso a
la dirección (que en este modelo es
un 22% más rápida) a la vez que mantiene la altura de la
carrocería constante, independientemente de la carga que lleve el
vehículo.
El tren de rodaje deportivo se
completa con el AMG Ride Control,
un mecanismo que, a través de la electrónica, permite la variación
constante en la dureza de amortiguación de las cuatro ruedas
y dispone de tres programas a elegir, desde el más confortable al
que proporciona unos tarados más firmes para cuando se busca un
comportamiento sin compromisos. En opción existe un AMG Ride Control
Performance que lleva esa firmeza a un grado aún mayor.
Obviamente,
esta variante AMG incorpora toda la
apabullante lista de elementos de seguridad que llevan el resto de
versiones de la gama, incluido un ESP que, en este caso, se puede
calibrar de tres modos diferentes: estándar, sport o desconectado
por completo. En el modo sport hay más permisividad en el
patinamiento de las ruedas, para poder disfrutar al volante en una
conducción deportiva, pero el control de estabilidad termina
actuando si detecta que el deslizamiento es excesivo.
Otros órganos mecánicos profundamente
transformados son los frenos, con
discos internamente ventilados y perforados en las cuatro ruedas, de
360 mm de diámetro. Bajo pedido, se pueden montar unos
discos cerámicos mucho más resistentes a la fatiga y un 40% más
ligeros, lo que reduce el peso de las masas suspendidas y, por
consiguiente, mejora la agilidad y el comportamiento.
El
aspecto exterior e interior del vehículo no se ha transformado hacia
una imagen radical, a pesar de que cuenta con múltiples cambios
que acentúan su carácter deportivo. Por fuera destacan los
pasos de ruedas 17 mm más anchos,
las llantas de aleación de 18 pulgadas, unas luces diurnas de LEDs y
el difusor trasero con dos salidas de escape cuadradas a
cada lado, junto a pequeños detalles menos llamativos.
Por su parte,
en el habitáculo las modificaciones
afectan a los asientos, con refuerzos en la zona lateral para una
mejor sujeción, al volante y a la consola donde se ubica una corta
palanca de cambios de nuevo diseño, con una serie de
botones que forman parte de un conjunto conocido como AMG Drive
Unit, un total de cuatro mandos que actúan en diversos aspectos de
la puesta a punto del vehículo. El
primero es un mando giratorio para elegir entre cuatro programas de
funcionamiento de la caja de cambios (eficiente, sport, sport+ y
manual), además de contar con una posición “Race start” para
arrancadas fulgurantes. El siguiente pulsador es para el
ESP y sus tres modos ajuste, el otro para la suspensión, también con
tres niveles diferentes, y el último botón, con el nombre AMG,
preconfigura algunos de esos parámetros de una forma determinada al
apretarlo: transmisión en sport+ y suspensión en el grado de dureza
intermedio.
Con este escaparate tecnológico,
las prestaciones que consigue el
Mercedes E 63 AMG son realmente espectaculares. Acelera de 0 a 100
km/h en 4,5 segundos y alcanza sin esfuerzo su velocidad
máxima, limitada electrónicamente a 250 km/h, aunque entre las
variadas opciones de personalización del coche, no sólo estéticas
sino también de elementos mecánicos, hay
un paquete AMG Driver que eleva esa
barrera hasta los 300 km/h. El consumo medio se sitúa en
12,6 litros a los 100 km, muy razonable para un automóvil así, y las
emisiones de CO2 en 295 g/km.
En España se venden al año alrededor
de 80 unidades de la gama AMG de Mercedes-Benz y
la previsión para este modelo
concreto es de 35 coches de aquí a finales de 2009. Este
tipo de vehículos tienen buena parte de sus pedidos en el
lanzamiento y luego se modera bastante la demanda.





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