LOS MATRIMONIOS MAYORES
A veces, cuando vemos a esas parejas mayores de 50, 60,
70... , nos preguntamos a nosotros mismos, qué es lo que realmente
prevalece en tan veteranas parejas después de tantos y tantos años
juntos, ¿el amor... o la rutina?No cabe duda de que el ser humano es
básicamente interdependiente y conforme avanza el tiempo y van
pasando los años, esto se acentúa aún más dentro del matrimonio.
Aunque esto no quiere decir que el amor de la juventud se haya
difuminado tras el paso de varias décadas de convivencia, no tiene
porqué haber ningún impedimento para que la pareja siga siendo
activa afectiva y sexualmente.
Al inicio de cualquier relación de
pareja la atracción y el físico suelen tener gran relevancia, pero
con el paso de los años estos factores irán perdiendo peso conforme
otros como el compromiso, la estima, la solidez y la estabilidad,
van cobrando mayor importancia.
Durante este período evolutivo y
cambiante de la pareja, es habitual que se sufran ciertas crisis. Y
precisamente, la capacidad que se tenga para superarlas, unida al
grado de independencia que la pareja tenga (respecto a los hijos, el
trabajo, el estrés cotidiano, etc.) serán los puntos clave que
determinarán el tipo de convivencia de la pareja anciana. Otros
factores como superar unidos una importante enfermedad o una crisis
económica, tener la mismas aficiones, planificar juntos las
vacaciones, la educación de los niños, la economía doméstica, etc.,
pueden contribuir también a que la pareja se consolide con mayor
fuerza.
También podemos encontrar parejas
caóticas, que se hayan inmersas en una continua crisis, y que
precisamente al llegar a la vejez es cuando el matrimonio se vuelve
más apacible y tranquilo, ya sea por que ambos miembros esperan, y
por tanto exigen, menos el uno del otro, o porque quizás durante los
largos años de convivencia ha surgido un cariño lo suficientemente
grande como para reemplazar al verdadero amor. Otro tipo de
matrimonios, son aquellos totalmente opuestos al caso anterior,
aquellos que incurren en el error de vivir continuamente eludiendo
la crisis, están tan preocupados por evitar discutir que sin darse
cuenta acaban llevando vidas totalmente separadas, ajenas el uno al
otro, limitándose a vivir pacíficamente bajo el mismo techo.
Lógicamente, para la pregunta que
planteaba nuestro título, cada pareja tendrá su propia respuesta,
respuesta que vendrá marcada por el tipo de vida y de relación que
éstos hayan mantenido a lo largo de su matrimonio. Con este artículo
lo que pretendemos básicamente, es poner de relevancia que es
precisamente en la vejez cuando más claramente se ve si la vida de
los cónyuges ha corrido paralela, o si éstos han tomado caminos
diferentes a lo largo de su convivencia.
Y es que los recién casados,
enamorados y solos, viven el uno para el otro, pero con los años
vienen los hijos y con el nacimiento de éstos la vida de la pareja
quedará diluida dentro del núcleo familiar. Ahora (y durante largos
años) la pareja ya no estará sola y su preocupación por la educación
de sus hijos, la economía familiar, diversos problemas domésticos y
profesionales y otros avatares de la vida cotidiana, propiciará que
el diálogo sobre asuntos más personales y propios de la vida
afectiva de la pareja queden relegados a un segundo plano, en
ocasiones, casi olvidado. Situación que no se pondrá de manifiesto
hasta que los hijos se independicen, regresando de nuevo a la
soledad inicial.
Llegados a este punto, la pareja se
reencontrará pudiendo hacer todo aquello que no pudieron en el
pasado, o por el contrario descubrirán el vacío que ha dejado en sus
vidas la partida de los hijos y la falta de intereses o ilusiones
comunes que compartir con el cónyuge tras tan largo paréntesis. A
veces la situación resulta tan insostenible que acaba en ruptura,
claro que esto, se hubiera podido evitar si la pareja hubiese sabido
reservar un hueco en sus vidas para salvaguardar su intimidad.
Prueba de ello es que los matrimonios sin hijos suelen llegar a la
vejez con una relación más sólida como pareja; y es que, por una
parte, éstos están más acostumbrados a la soledad, y por otra, nos
guste o no, los hijos constituyen cierto obstáculo para nuestra
independencia y nuestra relación interpersonal.
Pero si hemos sabido conservar cierto
grado de independencia en nuestra relación, ya sea por objetivos o
aficiones comunes, o manteniendo una vida social activa (salir con
otras parejas con las que dialogar, jugar, pasear o bailar... puede
enriquecer mucho nuestra relación de pareja), al llegar a la vejez
nuestra vida se puede asemejar mucho a una verdadera luna de miel,
pues si existe una buena compenetración, ahora dispondremos de todo
el tiempo del mundo para convivir con la persona amada. Por eso no
es de extrañar que al llegar a esta etapa de la vida, aumente la
demanda sexual (pese a lo que contrariamente se suele pensar), pues
si la rutina y el aburrimiento son motivo de desgana y apatía, al
disminuir otros factores como el estrés, la fatiga y las
preocupaciones en general, muchas son las parejas que ven aumentadas
sus relaciones sexuales.
Ya sabemos que la capacidad orgásmica
no se ve afectada con el paso de los años, por tanto, no cambiará el
fondo aunque si la forma, pues en la vejez las relaciones se vuelven
mas tiernas, serenas y comunicativas, no hay prisas..., tan solo el
deseo de amar al ser querido, ¿será precisamente entonces cuanto
comprendamos lo que significa realmente... hacer el amor?

Fuente
CÓMO DEBE SER EL HOMBRE
PERFECTO
LA SEXUALIDAD MASCULINA
EYACULACIÓN PRECOZ - CAUSAS Y
TRATAMIENTO
LA EYACULACIÓN PRECOZ MASCULINA
DISFUNCIÓN ERÉCTIL DE ORIGEN
ORGÁNICO - CAUSAS Y TRATAMIENTO
¿CUÁL ES LA EDAD IDEAL PARA
CASARSE?
REFLEXIONES DEL FRACASO
MATRIMONIAL
QUÉ HACER CUANDO HAY UNA
SEPARACIÓN MATRIMONIAL
QUÉ HACER CUANDO NOS DEJA
NUESTRA PAREJA
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