¿QUÉ ES LA ANORGASMIA?
En el libro que
escribimos con el licenciado Rosenzvaig,
Sexualidad en la pareja,
citábamos varias preguntas de
consultantes efectuadas a través de la radio o de correo de
lectores, que son bastante características en este tipo de casos:
-
Yo siento, aunque no
llego al orgasmo, pero aclaro que no soy frígida. ¿Es curable?
-
Perdí por completo
el orgasmo, ¿puedo recuperarlo?
-
Hace 6 años que me
separé y he reiniciado mi vida sexual con otro hombre, pero con
él no termino. ¿Estoy perdida para siempre?
-
¿La frigidez es
hereditaria?
-
No puedo terminar
con mi actual pareja: él eyacula demasiado rápido, con otras
parejas a mí no me pasaba y él me dice que con todas sus parejas
anteriores ellas acababan con facilidad, ¿estaré con un problema
psicológico?
-
¿La ausencia de
orgasmo en la mujer se debe a alguna enfermedad orgánica?
-
Nunca puede llegar
al terminar, a veces me ha parecido que lo tenía pero no estoy
segura, ¿cómo puedo saber con certeza si lo consigo?
-
Por más que me
esfuerzo no logro terminar con mi pareja y eso que él me
estimula de distintas maneras
Estas
preguntas son bastante características en nuestros consultorios. Y
llama la atención que muchas mujeres se sienten desesperanzadas de
poder lograr el orgasmo. Hay autores que prefieren hablar de mujeres
preorgásmicas, por considerar que toda mujer,
adecuadamente estimulada, es capaz de llegar a obtenerlo.
Dentro de las llamadas anorgásmicas podemos diferenciar aquellas que
no logran excitarse ni lubricar bien - aunque tengan deseos de hacer
el amor- de quienes aunque lubriquen (“mojarse”, en
términos populares) y consigan altos picos de excitación, no logran
el orgasmo. Los casos más frecuentes lo vemos en el segundo grupo.
¿Es correcto el término
frigidez?
Si bien
popularmente todavía se sigue usando el término de frigidez y muchas
mujeres preguntan o concurren a la consulta para saber si son o no
“frígidas”, podríamos decir que hoy la Sexología
desglosa este cuadro en otros dos distintos: la mujer que tiene poco
o ningún placer erótico ante la estimulación sexual y aquella que
aunque puede excitarse en determinadas circunstancias no llega al
orgasmo o lo logra con gran dificultad.
Hay que diferenciar también a la mujer que nunca ha experimentado
placer erótico con nadie y en ninguna situación, de aquellas que han
respondido en alguna ocasión a la estimulación adecuada y al placer
sexual y dejan de responder sólo en situaciones específicas.
Recuerdo a una paciente que refería lo siguiente: “con
aquel muchacho me excité mucho y tuve un orgasmo brutal, pero... me
asusté, pensé en que si seguía así me iba a volver loca, que me iba
a descontrolar, ¿adónde llegaría por ese camino? ...”;
posteriormente reprimió esta posibilidad orgásmica y sólo pudo
volver a “sentir el clímax” -según sus palabras- luego
de la terapia.
Los síntomas del primer grupo serían:
-
Falta de excitación
-
Ausencia de
reacciones ante la estimulación sexual
-
No se lubrican
vaginalmente
-
No obtienen placer
-
No hay
erección de los pezones ni enrojecimiento de la piel ni aumento
de la frecuencia cardíaca
-
No llegan al orgasmo
En el segundo grupo, que constituyen las
anorgasmias más frecuentes vemos que:
¿Cuál es el orgasmo normal: el
vaginal o el clitoridiano?
Cabría
aclarar un par de cosas: por un lado, si bien el orgasmo es la
culminación del placer erótico, algunas mujeres gozan de las
relaciones sexuales aunque no puedan terminar; por otro, este tema
tan debatido, particularmente desde Freud, que refiere
a lo que se denomina orgasmo vaginal y lo que se llama orgasmo
clitoridiano, reservando una presunta normalidad para el primero y
lo patológico o inmaduro para el segundo. Hoy decimos que ambas
situaciones son normales. El mal llamado orgasmo clitoridiano, que
es aquel donde la mujer termina por estimulación directa y no por la
penetración, ha dejado de ser una situación enferma y criticable,
porque en definitiva el clítoris y los labios menores configuran una
estructura especializada en la recepción de los estímulos
placenteros.
A continuación transcribiré algunas
otras preguntas del correo de lectores:
-
Quiero saber si es
mal tener orgasmo clitoridiano en lugar del vaginal
-
¿Las mujeres que
tienen orgasmo vaginal pueden tener orgasmos clitoridianos?
-
¿Cómo se puede
detectar cuando una mujer tiene un orgasmo vaginal?
-
¿El orgasmo vaginal
es sinónimo de madurez en las mujeres que lo sienten?
En mi
pareja cuando mi compañero me estimula la zona del clítoris, ya sea
con la boca o con la mano, logro con facilidad el orgasmo; pero esto
no sucede así con la penetración, ¿es normal?
En
primer lugar debo aclarar que la respuesta orgásmica es una sola,
aun cuando los estímulos sexuales puedan recibirse a través de
distintas zonas del cuerpo, o con la fantasía. Hay mujeres que
tienen orgasmo por estimulación de los pezones -y a nadie se le
ocurriría hablar de “orgasmo mamario”- , otras, por caricias en el
Monte de Venus, o por estimulación en la zona anal. Están aquellas
que constituyen el grueso de la población femenina (un 50%
aproximadamente) que además de la penetración necesitan ser
estimuladas en la zona del clítoris y de los labios menores. Sólo un
35% llega exclusivamente por penetración, con la salvedad de que
siempre la estimulación directa o indirecta del clítoris participa
de esta respuesta.

-
No
experimentan el orgasmo de ninguna manera un 10% aproximadamente
-
No lo
experimentan con un compañero determinado un 10 %
aproximadamente
-
Lo
experimentan mediante el coito además de “estimulación
clitoridiana” aproximadamente un 50%
-
Llegan al
orgasmo mediante el coito por penetración, sin “estimulación
clitoridiana” adicional casi un 30%
Dicho de
otra forma: en todo orgasmo femenino intervienen, en cuanto a la
recepción de los estímulos, tanto la vagina como la zona
clitoridiana, y en la faz de la respuesta motora siempre se dan
contracciones vaginales, amén de las reacciones corporales
extragenitales y las emocionales. Por lo tanto, los criterios
emanados del psicoanálisis (aclarando que muchos psicoanalista
abandonaron esta postura) sobre la supuesta madurez del orgasmo
logrado por la penetración, ya no se pueden sostener. Se considera
normal tener orgasmos, con independencia de la vía de estimulación y
excitación a la que esa mujer y su pareja recurran.
¿Cuáles son las causas de la
falta de orgasmo en la mujer?
Las
causas de las disfunciones sexuales femeninas son de origen variado
y múltiples factores pueden coexistir para producirlas. Aunque a
veces se piense lo contrario, las causas físicas no suelen ser las
más frecuentes. Claro que enfermedades neurológicas o metabólicas
graves (problemas hormonales, hipotiroidismo, diabetes avanzadas),
los tumores, las operaciones vividas como castratorias o mutilantes,
pueden afectar la respuesta orgásmica, al igual que ciertos fármacos
(narcóticos, antidepresivos y
antipsicóticos, sedantes), pero lo más frecuente es ver la
incidencia de factores situacionales como, por ejemplo, la
estimulación inadecuada por parte del varón: las mujeres no siempre
se excitan con el mismo estímulo, ni en el mismo lugar ni con la
misma posición. Y, lo que es más digno de rescatar, no siempre se
excitan y estimulan como el varón cree que ellas lo logran. Es el
famoso yo creía que a ella le gustaba... Muchas veces una pareja en
la cual la mujer no termina está encubriendo una relación deficiente
y pobre.
Es cierto que la mayor parte de los
antidepresivos (no todos) producen un retardo orgásmico (a
veces disminuyendo el deseo sexual
y la lubricación vaginal) pero esto tiene
solución – lo que explicamos en otro artículo - y no por ello los
pacientes de ambos sexos tienen que abandonar su tratamiento
psicofarmacológico.
¿La mala comunicación puede ser
una de las causas?
Por
cierto que sí, una de las causas puede ser la escasa comunicación,
ya que muchas personas creen que todo se tiene que dar
espontáneamente y que nada hay que hablar sobre lo que a cada uno le
pasa: esto puede ser lesivo para la sexualidad. Si alguien se
entiende a la perfección sin hablar bienvenido sea, pero si no,
¿van a tener que quedar en silencio, penando por ello?
Es indudable que también tienen mucho que ver las actitudes
machistas y un marco de represión familiar y educativa, en el que
nunca se explica a los jóvenes ni a los adultos cómo es la respuesta
sexual fisiológica.
También hay que destacar la incapacidad de ciertas mujeres de
abandonarse a las sensaciones placenteras y estar pendientes de si
van a terminar o no, de allí que muchas finjan el orgasmo, lo que
les crea una situación muy tensionante y poco grata.
¿No es mejor fingir el orgasmo,
antes que quedar mal frente a los varones?
Fingir
los orgasmos condena a una mujer a seguir haciéndolo y a no poder
gozar, ya que está más pendiente de la escena que tienen que
dramatizar que de su propia entrega al placer orgásmico. Para ella
es más importante que él se sienta varón por producirle el orgasmo
que su propio goce. Podríamos decir que para poder empezar a tener
la posibilidad de orgasmar - si cabe el neologismo- : hay que dejar
atrás la actuación y los fingimientos.
¿Hay causas psicológicas
concretas que produzcan estos problemas?
Habría que mencionar las causas
psicológicas más profundas como:
-
Conflictos edípicos
-
Duelos de seres
queridos
-
Fobias sociales y sexuales
(fobia a la penetración, a los genitales)
-
Ataques
de pánico
-
Antecedentes de
abuso sexual o violación
-
Depresión
-
Esquizofrenias y enfermedades bipolares
-
Personalidades
obsesivas
Muchos
de estos problemas pueden haber sido gestados en la infancia pero
otros son más actuales, o situacionales; sin olvidarnos las llamadas
causas vinculares que se manifiestan en desavenencias serias en la
relación de pareja. Por ejemplo: el estar con alguien que sea
eyaculador precoz puede
ser una de las causas de que esa mujer no sea orgásmica:
¡simplemente el varón no le da tiempo!
¿Existe el miedo a sentir el
orgasmo?
Recuerdo una consulta de un oyente de mi
programa “El jardín de las
delicias” (FM Palermo, lunes de 23 a 24) cuando decía:
Hay algo
de cierto en lo que cuenta este joven de que su novia se asusta e
inhibe el orgasmo. Una paciente refería que, después de su primera
vivencia orgásmica, que fue muy intensa, tuvo una crisis de
angustia, derivada de una educación familiar donde el placer era
pecado pero donde, a la vez, se vivían situaciones promiscuas. A
partir de allí no volvió a tener orgasmos y comenzó a fingirlos por
temor a que sus compañeros la dejaran. Es interesante destacar que
ella logró recuperarlo – me decía– por la
masturbación. El círculo
era perfecto: ella no le pedía a sus compañeros que la estimularan
en forma adecuada por estar pendiente de darles el orgasmo; como
consecuencia no podía integrarse a sus propias sensaciones
placenteras. Como este caso hemos visto otros similares con miedos
diversos –ante la posibilidad del orgasmo-, que transcribiremos con
palabras de esas mujeres:
-
A caer en la
prostitución
-
A descontrolarme
-
A volverme loca
-
A ser una perdida
-
A que mi pareja me
vea como a una cualquiera
-
A orinarme
-
A entregarme
demasiado y quedar esclava de ese varón
Por
último, sin excluir otros temores (a ser dañada y lastimada por la
penetración, a sentir dolor, a ser desgarradas), la Dra. Helen
Kaplan hablaba del miedo al éxito, que desgraciadamente se ve mucho
y en distintas áreas. Freud diría: son esas personas
que fracasan al triunfar, los que fracasan con el éxito.
¿No será que a muchos varones
les importa poco el placer de la mujer?
Obviamente, esos varones a los que no les importa si la mujer goza o
no, que llegan a sostener incluso que el orgasmo en las mujeres no
es tan importante (recuerdo uno de ellos que decía: “en la mujer
terminar no es necesario porque ella tiene la descarga de la
menstruación”!!), se centran en su propio placer genital: “con tal
de que yo termine y ella emita un par de gemidos”, nos decía un
conocido Don Juan.
Así esta situación se va perpetuando en el tiempo, impidiendo el
goce de la mujer. La paciente que citaba antes, a partir de
reconocer mejor sus zonas erógenas y de revalorizarse como persona,
pudo comenzar a pedirle a su compañero una mejor y mayor
estimulación. Esto muestra que el orgasmo nunca “se pierde” del todo
y que si las condiciones son favorecedoras puede volver a
experimentarse: no es cierto que una mujer “esté perdida para
siempre”, ni que sea hereditario.
Hay varones que le imponen a la pareja la obligación del orgasmo y
para colmo de la manera que ellos creen que es la mejor: usualmente
con la penetración y él en posición superior. Es muy común la
consulta de las parejas que me dicen, por ejemplo: “venimos porque
mi mujer tiene anorgasmia vaginal, yo la penetro y ella no termina”,
o “¿cómo es posible que ella no termine de esa manera?, todas las
mujeres que conocí antes terminaban cuando las penetraba” (en esos
momentos pienso: “¿cuántas habrán fingido sus orgasmos?”; no aceptan
que pueda haber otras formas de estimulación más eficaces que “su
gran falo erecto”. De esta manera, ambos van a cada encuentro sexual
esperando que ella le conceda el beneficio del orgasmo logrado de
una manera rutinaria y empobrecida. Este es otro tema que vale la
pena destacar: el de la rutina, el acostumbramiento, la falta de
variantes y el menosprecio o subestimación de otras formas de juego
coital.
Un ejemplo clínico
Antes
que nada quiero decir que, cuando se consignan casos clínicos,
siempre doy datos cambiados para que nadie pueda reconocer de
quienes se trata, salvo la identificación con la problemática.
Raúl y Silvia llevan ocho años de matrimonio y, a pesar de que
tienen una buena relación de pareja en otros aspectos, el sexo se ha
ido convirtiendo en una dificultad cada vez más seria, lo que los
lleva a pedir consultas con dos terapeutas de pareja, sin encontrar
solución. Él dice: “mi esposa no llega al orgasmo porque yo tengo
eyaculación precoz; me pregunta a mí cómo es y no
sé explicárselo”. Ella podía excitarse y tenía mucha lubricación
pero, a pesar de los diferentes intentos, nunca llegaba al clímax
por ningún tipo de estimulación. Raúl se ponía “tenso y nervioso”
por esto y eyaculaba cada vez más precozmente, inclusive sin
penetrarla.
En este caso se articulan varias situaciones que establecen una
complementación negativa: ambos padecen una disfunción sexual y se
sienten alternativamente culpables y responsables de la infelicidad
sexual de la pareja y, en el caso citado, se daba esta crisis en un
marco de amor y respeto mutuos. Se podría plantear cuál es el
comienzo de esta problemática: ¿es la eyaculación precoz
de Raúl que trae aparejada la anorgasmia de Silvia?, o ¿es la
disfunción de ella que lo exige a él y le produce niveles de
ansiedad cada vez mayores? Tal vez ellos, como en tantos otros,
traían un bagaje previo de conflictos en el área sexual que se
potenciaron mutuamente.
¿Cómo son los tratamientos de la
anorgasmia femenina?
El eje
central del tratamiento de las anorgasmias son las llamadas Terapias
Sexuales, psicoterapias focalizadas, breves y de resolución
sintomática. El objetivo principal de estos tratamientos es lograr
que la mujer se entregue a la experiencia sexual sin temores ni
culpa, cambiando el sistema sexual en la que se mueve. A nivel
vivencial, la Terapia intenta crear un ambiente no exigente,
relajado y sensual, que permita el natural transcurrir de su
respuesta sexual. Se alienta a la pareja (a veces con ejercicios a
realizar fuera del ámbito del consultorio) para lograr comunicarse
abiertamente sus sensaciones y deseos y se prescriben tareas que
ambos deberán realizar en su casa. Con esto se logra eliminar los
obstáculos inmediatos que se oponen a un buen funcionamiento sexual.
Muchas veces me preguntan sobre el uso de los vibradores para
aumentar el estímulo y para esto no hay una respuesta unívoca: hay
mujeres y varones (especialmente estos) que lo rechazan y en otros
casos he visto que recién con su uso pudieron llegar al orgasmo. La
objeción habitual es que puede quedar adicta al vibrador y que va a
reemplazar al compañero. Ninguno de estos casos se suelen dar en la
práctica.
¿Estos tratamientos excluyen la
psicoterapia?
Muy por
el contrario suelen complementarse, justamente para resolver otros
problemas más profundos y antiguos: conflictos de la infancia,
escenas infantiles de abuso sexual,
fobias, depresión,
y trastornos de la personalidad, ameritan un abordaje múltiple; en
estos casos se necesitan sumar esfuerzos para resolver el problema.
Es llamativo ver que algunos de los pacientes, de ambos sexos, que
están bajo tratamiento sexológico, son derivados por sus mismos
psicoterapeutas con quienes además trabajan sobre otras
conflictivas.
¿Hay medicaciones para tratar
las anorgasmias?
Si es un
cuadro de fobia,
depresión,
esquizofrenia, o ataque de pánico,
necesita ser medicada para controlar esas patologías.
Si hay
un déficit en la lubricación vaginal, será
necesario el uso de un lubricante íntimo con las
siguientes características:
-
Que no sea
maloliente
-
Que no irrite la
vagina ni le cambie el PH (el grado de acidez) del medio
-
Que no abra
los poros del profiláctico (por eso se desaconsejan
la vaselina, lanolina o cremas que las contengan)
-
Que no manche
Actualmente se está investigando el uso del
sildenafil,
conocido como Viagra,
ya que los cuerpos cavernosos del clítoris tienen una estructura
similar a los del pene. Se piensa que este medicamento podría
aumentar la sensibilidad y la vasocongestión vulvar y vaginal. Esto
se encuentra en plena etapa de investigación pero nosotros hemos
visto mujeres anorgásmicas que mejoraban su respuesta sexual con el
uso de este medicamento usado con notable eficacia en la
disfunción eréctil del
varón.
Como conclusión diré que un gran porcentaje de las mujeres
anorgásmicas se ven favorecidas por los modernos tratamientos
sexológicos (breves, focalizados, económicos) obteniendo la
posibilidad de llegar al clímax sin culpas ni inhibiciones,
enriqueciendo su vida erótica y amorosa.
¿QUÉ ES UN MÉNAGE À TROIS?
¿CÓMO HACER LA POSTURA DEL 69?
¿CUÁLES SON LOS MIEDOS SEXUALES
MASCULINOS?
¿FINGIR O NO EL ORGASMO?
CÓMO FINGIR UN ORGASMO
¿CÓMO DESCUBRIR SI ESTÁ
FINGIENDO UN ORGASMO?
¿PORQUÉ NO LLEGO AL ORGASMO?
CÓMO CONSEGUIR LA EYACULACIÓN
FEMENINA
QUÉ ES EL SQUIRTING Y CÓMO
ALCANZARLO
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