Madeleine murió esa misma noche y ocultaron su cadáver
LISBOA. Gonzalo Amaral presentó
ayer en Lisboa el libro «Maddie. La verdad de la mentira», en el que
defiende la muerte accidental de Madeleine McCann en el apartamento
y la posterior ocultación del cadáver por parte de sus padres.
Contundente y muy seguro de su
teoría, Gonzalo Amaral dio ayer la cara ante los medios de
comunicación para presentar su libro y contar su verdad. Una
verdad basada en los cinco meses que pasó al frente de la
investigación de la desaparición de la niña británica. Asegura
que en él «el lector encontrará datos que desconoce,
interpretaciones de los hechos e interrogaciones pertinentes», y
advierte que en una investigación criminal «no se debe preocupar
con lo políticamente correcto». Prejubilado y con el caso ya
archivado por el Ministerio Público, no tiene miedo de hablar.
«Madeleine McCann murió en el
apartamento 5A del Ocean Club, en la Praia da Luz, la noche del
3 de mayo de 2007. Tuvo lugar la simulación de un rapto. Kate y
Gerry McCann son sospechosos de estar envueltos en la ocultación
del cadáver de su hija; la muerte pudo ser consecuencia de un
trágico accidente. Existen indicios de negligencia en la guardia
de los hijos». Éstas son las principales conclusiones a las que
llega Gonzalo Amaral expuestas en un texto de 216 páginas.
Admite fallos en la investigación,
sobre todo en la forma de tratar a los padres de Maddie (con
«pinzas») y en la recogida de pruebas durante las primeras horas
de la desaparición.
Describe actitudes de los padres
durante los interrogatorios y le llama la atención «la postura
despreocupada de Gerry, contrastada con la ansiedad de los
policías». Estaban esperando que es les contactara a través de
internet por alguien que decía tener elementos que llevarían a
localizar a la niña, exigiendo dos millones de euros, «y Gerry
tomaba tranquilamente un chupa-chups, mientras leía banalidades
en páginas de internet y discutía de rugby y fútbol con uno de
los policías ingleses».
Kate, por ejemplo, según cuenta, «se
mostró molesta con la velocidad alcanzada por el coche de
policía, y nos extrañó que no pareciese esperanzada con la
posibilidad de recuperar a la niña».
Localización del cadáver
Revela, además, que Kate McCann, en
julio del año pasado, «comenzó a dar algunas informaciones
relativas a la localización del cadáver de su hija». Tales datos
«les serían dados por personas con poderes psíquicos o
paranormales. El cadáver se podría encontrar en un colector de
desagües que desembocaba en la playa de la Luz o en los peñascos
donde a veces iba a correr».
En el libro se describen también
unas vacaciones de la familia McCann en Mallorca, en el año
2005. Allí sospechan del comportamiento anómalo de uno de sus
amigos, David Payne.
Kate dedujo que a este amigo le
agrada visualizar pornografía infantil, y no permitió que se
acercase a su hija cuando estaba bañándose.
Pero sería él quien organizase
también el viaje a Portugal, y el primero de los amigos que
apareció junto a Kate McCann cuando desapareció la niña
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