Estamos acostumbrados a ver a Renée Zellweger espectacular en la alfombra roja, aunque parece que la actriz se ha pasado con las inyecciones de bótox, que han influido en su naturalidad. En su última aparición pública junto a su novio, Doyle Bramhall, mostraba un rostro completamente libre de arrugas, a pesar de sus 44 años, pero también sin expresividad.
Es probable que te cueste reconocerla y no es de extrañar porque la actriz Renée Zellweger no parece ella. Al igual que otras famosas, se ha sumado a la «batalla contra la arruga».
Ni bolsas en los ojos, ni ojeras, ni arrugas en la frente, la edad se ha borrado de la cara de Renée Zellweger. Solo se detectan unas ligeras patas de gallo que apenas se apreciarían de no ser por el primer plano de la fotografía.
Su cara no refleja la edad que tiene, 44 años, pero tampoco ningún otro gesto. Es el precio que hay que pagar cuando se abusa del bótox.
Todas las líneas de expresión que no hay en su cara parecen haber descendido a su cuello, otorgándole una apariencia no del todo agradable.
La presencia de las cámaras no le hace demasiada gracia. Sin soltar la mano de su novio, Doyle Bramhall, huye deprisa de los focos para evitar que retraten su irreconocible apariencia.
Tan preocupada está por su imagen que durante su huida de los flashes casi pierde el equilibrio. Ni la tensión del momento consigue hacerle cambiar su imperturbable semblante.
Poco queda ya de los rasgos dulces y redondeados de la protagonista de ‘El diario de Bridget Jones’. Ni las traicioneras fotos de perfil logran desvelar algún fallo en su estirada piel.
El aspecto de la actriz no es solo fruto de los pinchazos de toxina botulínica, también influye el bisturí. Se ha sometido a varios retoques, entre ellos, los labios. Fuente
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