El sistema educativo de Finlandia es referente mundial por su carácter universal y gratuito, por comprender las necesidades de cada niño y adaptarse a los problemas en cada etapa del aprendizaje. Estas dos características se apoyan en dos pilares: un profesor muy formado y reconocido (solo el 10% de los que se postulan para Magisterio estudian la carrera-y la lectura, cuya afición se sustenta por una gran red de bibliotecas públicas. La enseñanza obligatoria es desde los siete a los 16 años.
El bachillerato está destinado, en principio, a los adolescentes de 16 a 19 años. Pero si un adolescente después de la escuela primaria y secundaria no desea cursar esta enseñanza superior, puede optar por la formación profesional, que se imparte tanto en institutos como en centros de trabajo, donde se acordará un contrato de aprendizaje. Para cursar los estudios de bachiller hay que tener un expediente de notable.
En Finlandia no se va al instituto para estudiar bachillerato si no se saca como mínimo un 7,5. Los niños deben tener un notable de media para cursar estudios secundarios, de lo contrario, ingresarán en una escuela vocacional para aprender un oficio.
El programa curricular es exigente, como también lo es la formación, según se constata en un estudio de la Comunidad de Madrid que compara los sistemas educativos de esta región y de Finlandia. El secreto de que este país sea referencia mundial en la educación es su profesorado excelente y el compromiso social por la enseñanza, que hace que esta materia esté blindada de la discusión política. Por ello, las reformas puntuales no las deciden los políticos sino el conjunto de la comunidad educativa. El sistema, instaurado en los 70, es de la escuela comprensiva, que se concibe no solo como una sede educativa, sino como una filosofía que vertebra todos los sectores sociales, desde el Gobierno, a los tutores, familias y universidad.
En Francia, las bases de la enseñanza obligatoria se remontan a la Ley Debré (1959), que establece la educación obligatoria y gratuita desde los seis años (primer curso de enseñanza primaria) hasta los 16, que acaba en el curso de determinación para seguir una formación más técnica o académica, en Bachillerato. A diferencia de España, la etapa postsecundaria dura tres años, de los 15 a los 18 años.
El Gobierno de Hollande ha aprobado recientemente una reforma educativa que aumenta el número de días de colegio, de los 144 por año a 180. Además, se adelanta a los 3 años la escolarización de los alumnos en Infantil. El sistema de educación francés regula la actividad de casi 15 millones de alumnos y un millón de profesionales, entre personal docente y administrativo.
En Francia hay evaluaciones externas, las llamadas reválidas, para medir el rendimiento académico desde el primer ciclo de Secundaria. Las pruebas las realiza la Autoridad Central Educativa.
En el Reino Unido, el Gobierno de Cameron promueve una reforma educativa que recupera las evaluaciones externas para los alumnos de Secundaria, de 16 años. Se tratará de una prueba similar a la de PISA que necesitarán aprobar los escolares para obtener el título. Además, el Ejecutivo endurecerá las calificaciones en historia, geografía, ciencia y matemáticas.
Según explica Juan José Dolado, catedrático de Economía de la Universidad Carlos III, en la cultura anglosajona está arraigada la libertad de gestión en los centros educativos y la competencia. Son los profesores los que deciden qué docentes imparten y cuándo.
Por su parte, Alemania ha blindado su sistema educativo dual, que combina formación con práctica laboral, desde los 90. “Desde los 11 años los niños pueden cursar la FP. Lo bueno del modelo es que se han establecido itinerarios flexibles, tránsitos paralelos en caso de que el alumno curse después otro tipo de enseñanza superior”.
El modelo alemán se consolidó en los años 90 y ha resultado un “éxito” desde el punto de vistas del empleo juvenil, según The Economist, porque abrió las puertas del mercado laboral en la educación. Los jóvenes que no van a la universidad pueden cursar programas formativos en los que trabajan tres o cuatro días a la semana en una empresa que les paga a ellos y a los profesores que les imparten clase. No obstante, el diario señala que el sistema no debe escudarse solo en una formación dual, porque un desempleo juvenil bajo puede ser una tasa de paro mayor entre los adultos en el futuro. Fuente
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