Perder una extremidad es una experiencia traumática, por lo que física y mentalmente supone para el afectado el dejar de contar con ella. Y probablemente aún peor sea perder nuestro brazo dominante, que es un miembro con una movilidad y posibilidades que, aún a día de hoy, la robótica no consigue imitar. Sin embargo, BeBionic3 (también conocido como “el brazo de Terminator“), es una espectacular muestra de los avances que se están realizando en este campo.
La prótesis BeBionic3, fabricada por RSLSTEEPER, es un brazo biónico de tecnología punta, que se ha hecho bastante conocido últimamente por la historia del británico Nigel Ackland. Este señor trabajaba en una fundición de metales. Un día, a causa de un accidente con una soldadora industrial, su brazo derecho quedó muy gravemente afectado, y después de 6 meses de operaciones y de luchar contra las infecciones en su extremidad, tuvieron que amputárselo porque la situación era insalvable.
El último escalón (de momento) en prótesis robóticas
Tras la amputación, Nigel comenzó a usar una mano ortopédica pasiva, que es simplemente un miembro estético sin mayor funcionalidad. Al no poder realizar ninguna función con dicha mano, Nigel probó un gancho mecánico que podía abrir y cerrar con su tronco. Dado lo incómodo del método, y las pocas opciones que el gancho le ofrecía, Nigel dejó de usarlo. Después, pasó a probar un brazo eléctrico con una especie de pinza en su extremo (llamada “greifer“), que le permitía realizar más acciones, pero que estéticamente no se parecía en nada a una mano real. Pero luego Nigel descubrió la prótesis robótica BeBionic3, que literalmente le ha cambiado la vida.
Logrando acciones tan sencillas como difíciles
BeBionic3 tiene el aspecto de un brazo recubierto de fibra de carbono, y cuenta con 5 dedos móviles, dos posiciones para el pulgar, rotación de muñeca, etc. Es lo más parecido a un brazo y una mano reales que Nigel podía soñar. Gracias a BeBionic3, su poseedor puede realizar acciones cotidianas sin ayuda, como escribir con un bolígrafo, utilizar el ratón del ordenador, teclear, abrir botellas, e incluso romper y abrir un huevo sin desintegrarlo. Vamos, las cosas que la mayoría de nosotros podemos hacer, y que a menudo no somos conscientes de la suerte que tenemos de poder hacerlas.
El factor psicológico
No hay duda de que, tras la pérdida de una extremidad, las secuelas no son sólo físicas, sino también psicológicas. En ambos sentidos, prótesis como BeBionic3 ayudan a los afectados a sentirse más completos, tanto en lo que a su cuerpo se refiere, como también a nivel anímico. El poder volver a realizar tareas habituales como lavarse las manos (que es imposible con una sola mano) supone un enorme empujón anímico para personas que, como Nigel, han sufrido la amputación de un brazo. Como suele decirse, no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Fuente