INTERNET ROMPE
PAREJAS
ES EL CASO de Eugenia, 37 años, 24
meses casada y en vías de separación: su marido prefiere pasar las
noches con una pantalla buscando nuevas amigas en
Meetic antes que con ella. La Red se ha convertido
en destructora de matrimonios y ya afloran gabinetes de abogados
especializados en esta nueva modalidad
El
ya no quería irse a la cama conmigo. Yo le decía que, ya que por el
día no nos veíamos, por lo menos aprovechásemos las pocas horas de
la noche para estar juntos como cualquier matrimonio. Pero Javier
siempre me respondía con la excusa de que tenía que concluir un
trabajo para su empresa. Terminaba de cenar y se encerraba en otra
habitación de la casa. Y allí se quedaba hasta las cuatro o las
cinco de la madrugada delante del ordenador. Así noche tras noche.
Hasta que ya no pude más y me fui a un abogado. ¿El juicio? Aún no
tenemos fecha».Eugenia, 37
años, ha llevado su fracaso matrimonial a los tribunales. Después de
24 meses casada, esta vecina de Bilbao -«pese a todo, deseosa de ser
madre»- ha pasado a engrosar la nómina de parejas españolas que hoy
se divorcian o se separan a causa de los flirteos de sus cónyuges
con Internet. Y es que, según explica el mediador familiar Marcos
Pascual, son cada vez más los hombres y las mujeres que se olvidan
de sus deberes filiales y maritales por su adicción patológica a los
chat. Es el primer paso hacia la ruptura conyugal, para desconcierto
de los togados. O a los dichosos videojuegos en línea, otro de los
enganches psicológicos a la Red que puede acabar envenenando una
relación estable. Ocho millones de usuarios de videojuegos (el 67%
son hombres y un 33% mujeres), estima la Asociación Española de
Distribuidores de Software de Entretenimiento.Una forma de ocio
enfermiza, a juicio de los psicólogos, y no precisamente para los
más pequeños de la casa. De estos ocho millones de adictos, se
estima que un 5% son adultos con pareja.«Ni siquiera a los jueces»,
puntualiza el letrado Marcos Pascual, «les resulta fácil emitir una
sentencia. Es algo demasiado nuevo, a lo que los magistrados también
deberán acostumbrarse».
Algunos ya han olfateado el mercado.
Y, curiosamente, colgado sus servicios en Internet. El gabinete
jurídico separacionline.com, integrado por abogados y expertos en
nuevas tecnologías, es uno de los pocos que tramita separaciones y
divorcios a través de la Red. Y a juzgar por lo que cuenta el
portavoz de tan peculiar bufete, Alberto Rubio, la clientela no ha
dejado de reclamar sus servicios desde que abrieron web en agosto de
2002. «La media es de 60 consultas a la semana», asegura. «Muchas
son parejas de entre 30 y 45 años en las que uno de los dos se pasa
la mayor parte del tiempo en casa chateando o haciendo cualquier
otra cosa al ordenador. Algunos se pasan incluso noches enteras
delante de la pantalla», remata Rubio.
El caso más reciente que él recuerda
se les presentó el pasado miércoles. Se trataba de una mujer de
clase media, casada y con dos hijos, cuyo marido, adicto a Internet,
la abandonó tras 20 años de convivencia en común. Y lo hizo por el
mismo camino que le llevó a dar con su nuevo amor: el chat. «Le
envió un correo electrónico a su señora desde Las Canarias, donde
ahora reside con otra mujer, diciéndole que se quedara con el
negocio porque él, desde hacía tiempo, había encontrado a su pareja
ideal», cuenta el relaciones públicas de los ciberabogados.
El éxito creciente de los chat se
debe, dicen los especialistas en conducta, a la cada vez mayor falta
de comunicación entre la pareja y al anonimato que estas charlas
garantizan a los usuarios.Para otros, se trata de una forma rápida e
inmediata de evadirse de un problema, familiar o laboral, sin tener
que entrar en discusiones.Otras veces es el ansia de dar rienda
suelta a la imaginación.Como en el llamado sexo a distancia, seguro
y sin compromiso.Alrededor de 300 millones de páginas web alimentan
las fantasías de casadas y casados adictos al sexo electrónico.
UN AÑO DE TERAPIA
De cada cinco hombres que vienen a la
consulta, dos están enganchados, incluidos homosexuales», explica la
psicóloga Sara Ortega, del Centro de Tratamiento de Adicciones de
Barcelona, por donde han pasado varias parejas rotas por este
motivo. Un año de tratamiento (dos veces al mes) es el tiempo mínimo
necesario para volver a la normalidad. Y lo que es peor: «El adicto
a este tipo de sexo nunca se cura del todo», añade la doctora
Ortega.
El problema, que no sabe de credos ni
de clases sociales, incluso se ha hecho canción en las voces de un
trío de casadas afincado en una ciudad dormitorio de la periferia de
Madrid. La pachanga, de Las Supremas, lo explica casi todo: «Tú ya
no me miras, yo ya no te importo / Y si me insinúo, tú me dices que
pa qué / que con esos cuerpos y con lo poco que gastan / Te salen
más baratas las mujeres del pecé / Y que tú prefieres pasarte todo
el día pegado a la pantallaaaaa / Eres un enfermo, eres un enfermo /
Eres un enfermo del cibersexo...». No es casualidad que sea la letra
más tarareada del momento.
Tampoco que Internet se haya
convertido en esa amante discreta, invisible a ojos del otro (o de
la otra) que hoy pone en evidencia matrimonios. Aunque algunos
psicólogos, como Oralice Silva, de la clínica Gapsi de Villargacía
(Pontevedra) discrepan de la maldad que abogados y mediadores
familiares atribuyen a la Red.
«Cuando una pareja se rompe porque
uno de los dos alega que el otro es adicto a Internet, siempre hay
algo que no encaja. O antes se había había producido un vacío en la
relación, o había problemas a la hora de practicar el sexo. Y si
algo de esto sucede, lo habitual es que uno de ellos intente buscar
fuera lo que no consigue en casa. E Internet se lo da, prácticamente
gratis y sin tener que gastar mucho dinero ni moverse de una silla»,
explica esta psicóloga brasileña experta en terapia familiar.
Que surja la chispa entre dos
desconocidos es tan fácil como hacer clic, clic. A golpe de ratón,
Javier, el marido de Eugenia, la vecina de Bilbao que ha pedido el
divorcio, ha podido conocer a un hombre con el que, según su esposa,
ha mantenido algo más que amistad. Antes se había enrrollado con una
chica de Málaga con la que estuvo flirteando durante un mes sin que
ella supiera del matrimonio de Javier.
Y es que la aldea global de los
contactos se hace cada vez más pequeña y accesible. Basta, por
ejemplo, entrar en
www.meetic.com, la web fetiche de los pregoneros de las
relaciones personales en Internet. Lo más parecido a una agencia
matrimonial de a pie, donde el límite de la relación lo pones tú.
«... Y que tú prefieres pasarte todo
el día pegado a la pantallaaaaa / Eres un enfermo, eres un enfermo /
Eres un enfermo del cibersexo...».
LAS CIFRAS
79.423 separaciones y 47.319 divorcios se producen al año en España,
según datos del Consejo General del Poder Judicial. Las mujeres, con
el 30% de las peticiones, son las que deciden romper la pareja por
el comportamiento anómalo del varón. La mitad de los adultos adictos
a videojuegos tienen problemas de pareja. El 30% de los divorcios se
produce en parejas que llevan 20 o más años casadas. Otra
curiosidad: los españoles, pese a las abultadas cifras, son los que
menos rompen, por detrás de italianos e irlandeses (Oficina
Estadística de la UE) l Los mediadores familiares estiman que por
cada dos bodas que se celebran hay un matrimonio que se rompe
Fuente
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