Una historia que ha seguido con lupa
el periodista y escritor Màrius
Carol, cronista de la Casa Real durante diez años, y que ha
plasmado en su libro Un té en
el Savoy, en el que recuerda y analiza los avatares de
un matrimonio que comenzó aquel 14
de mayo de 1962 en Atenas con una ceremonia histórica que
congregó a 137 miembros de 27 monarquías.
Bajo la mirada experta de Carol, (Barcelona, 1953) este es un
aniversario idóneo para hacer balance de este medio siglo de
relación personal y profesional
de los reyes de España, dos identidades, muy distintas,
unidas en una doble faceta, como representantes de la institución
monárquica y como una familia.
Carol cuenta que Don Juan Carlos
era un joven divertido, "muy 'charmant'" y Doña Sofía tímida,
aunque "más fuerte en según que temas y dedicada al mundo de la
cultura".
Azar y destino hicieron que se encontraran en varias ocasiones
pero los astros, alentados por la
reina Federica de Grecia, se alinearon definitivamente en
la boda de los duques de Kent, en
Londres, en junio de 1961.
"Parece ser -dice Carol- que la reina Federica llamó a protocolo
de Buckingham Palace para que los pusieran lo más juntos posible en
las mesas". Y de aquellos tres días de estancia en Londres a un
noviazgo de 11 meses con cartas de
amor que culminaron con la pedida oficial en Lausana
(Suiza).
Un tándem ganador, dos bodas y un permiso.
Por los ritos católico y ortodoxo con la venia del papa Juan XXIII.
El 14 de mayo de 1962 nacía un compromiso personal e institucional a
los ojos del mundo, "el período más largo de paz, estabilidad y
progreso de la historia de España", califica Carol.
A juicio del escritor, "hay muchos momentos en que la habilidad y
el saber hacer de la Corona ha sido importante". "Al rey le ha
tocado ejercer una cierta epopeya en algunos momentos de la historia
de España" como el final del
franquismo, la Transición o el intento de golpe de estado del 23-F.
Don Juan Carlos y Doña Sofía o Doña Sofía y Don Juan Carlos,
-tanto monta, monta tanto-, han sido "claves" para "jugar el final
de un sistema sin ningún trauma", asegura.
Los reyes cumplen cincuenta años de complementariedad, sus bodas
de oro son objeto de análisis: "Cuando ahora se pone sobre el tapete
si la complicidad ha desaparecido a nivel personal, lo que está muy
claro es que desde el punto de vista institucional eso se mantiene"
argumenta Màrius Carol.
"Es una de las buenas cosas de la monarquía,
es una institución y un grupo
social y si el grupo social funciona peor la institución se
intenta defender siempre", añade.
Actualmente hay 10 monarquías en
Europa. Cada una de ellas sabe su intrahistoria, sus
errores y aciertos. En España, la sociedad en sí misma, la
desafección de los más jóvenes que siempre han vivido en democracia,
miran el papel de la Corona con cierto escepticismo pero "la
monarquía tiene una labor de continuidad, de arbitraje entre los
partidos, capacidad de moderación", opina Carol.
"No estamos hablando del gran traje de la democracia, son
pespuntes democráticos", ejemplifica. Y apostilla:
"La figura del rey y la Corona son
un elemento de equilibrio".
En opinión de Carol "habría que aprovechar estos cincuenta años,
por parte de la propia Corona para reafirmar su voluntad de seguir
sirviendo a España con la máxima entrega pero también, por parte de
sus colaboradores, para demostrar que esta es una institución que
tiene un discurso propio y un sentido".
Ser rey o reina es algo distinto de ser esposo o esposa. Conlleva
algunas servidumbres más. Medio siglo después cobra vigencia aquel
consejo de la reina Victoria Eugenia a la entonces princesa Sofía de
Grecia: "Mejor que hacerse una
amargada, es hacerse una sabia. Ser fuerte y sabia en los momentos
difíciles de palacio", porque, sostiene Carol, "la
institución nos ha dado muchas satisfacciones y todavía puede darlas
en el futuro".