¿La obsolescencia programada es realidad o
mito? Compramos el teléfono móvil hace tres años, cuando era el más
moderno que había en el mercado. Nos costó nuestro dinero y, por
tanto, lo hemos cuidado siempre con sumo cariño, lo hemos protegido
con fundas y hemos evitado caídas y rasguños. Hasta pagamos un
seguro. Sin embargo, cada día va más lento y ejecuta peor las
aplicaciones que nos descargamos de las tiendas on line. En
ocasiones se "cuelga" y hay que reiniciarlo, sobre todo cuando
tenemos muchas aplicaciones abiertas. ¿Qué le pasa? Desde que
actualizamos por última vez el sistema operativo no es el mismo...
Este hecho vale para los teléfonos con Android como para el
iPhone; es un problema que, entre los teléfonos, se registra de
manera exclusiva en los smartphones: de algún modo, son víctimas de
su complejidad. Y lo mismo sucede en los ordenadores, ya sean Mac o
PC: por muy bien que los cuidemos, el tiempo pasa demasiado rápido
para ellos, al menos el tecnológico. ¿Hay algún plan perverso detrás
diseñado por los fabricantes y los desarrolladores de software con
el fin de que ni el móvil ni el ordenador nos resulten eficaces más
de lo estrictamente necesario y ello nos obligue a cambiar a los
modelos nuevos?
Obsolescencia funcional
En el sector inmobiliario, un concepto llamado "obsolescencia
funcional" define a la vivienda que, a pesar de mantener las
condiciones de su estructura y prestaciones intactas, ha perdido
atributos por no responder al cambio de hábitos de sus ocupantes. Es
el caso de una casa antigua y recia, pero que tiene una cocina de
dimensiones muy reducidas y alejada del actual comedor, que ahora se
sitúa en el salón con el televisor.
Desde el punto de vista funcional, es una casa obsoleta. Este
símil se puede aplicar a nuestro móvil o a nuestro ordenador cuando
no puede seguir el ritmo de las actualizaciones del desarrollador
del sistema operativo. La diferencia entre la obsolescencia
programada y la funcional está en que la primera responde a un
diseño de antemano para forzar la compra de nuevo material y la
segunda es producto del cambio de costumbres o la evolución de las
cosas. ¿Cuál de los dos términos cabe aplicar a los productos
tecnológicos? No está claro.
Obsolescencia en Mac OS X
En el caso de los ordenadores Mac y el teléfono iPhone, la sombra
de la obsolescencia programada es más ancha, ya que fabricante y
desarrollador son el mismo. Si se adquirió un iMac en 2009, el mismo
integraba la versión Leopard del sistema operativo Mac OSX. En
agosto de ese año, Apple lanzó la nueva Snow Leopard, que tenía unos
requerimientos del procesador del equipo algo superiores, aunque no
demasiado. La siguiente versión fue Lion, que implicaba cambios más
radicales, con aplicaciones para superficies táctiles y mayores
definiciones de gráficos. Esta se lanzó el 20 de octubre de 2010.
Apple controla a la perfección las actualizaciones en los equipos
del usuario y lo último que desea es estropearle su experiencia de
uso. Cuida mucho a sus clientes, pero no cabe duda de que, tras la
última actualización, si el ordenador se compró con un procesador de
mediana potencia, sufrirá cuando el navegador tenga abiertas muchas
pestañas o use suites ofimáticas y otros programas multiplataforma
que se basen en la tecnología Java. Por no citar a los pesados
editores de imágenes. El procesador se ve muy exigido por el sistema
Lion y le quedan pocos recursos para los demás programas, que a su
vez se han actualizado para funcionar en Lion y son más complejos.
El resultado es un ordenador que ha perdido eficacia y arranca
con más lentitud, se cierra con reticencias y no se puede usar con
la presteza de antaño. No está para cambiarlo, por supuesto, pero no
es el mismo que compramos... ¡Hace solo tres años! Se estima que la
vida media útil de un aparato de sobremesa ronda los cinco años.
¿Hay intencionalidad en Apple? Es difícil de determinar, porque lo
cierto es que los avances tecnológicos van muy rápido en esta nueva
era; los fabricantes se ven muy exigidos por los consumidores y no
pueden evitar forzar una cierta obsolescencia funcional de algunos
de sus productos.
Obsolescencia en iPhone y Android
En todo caso, no se puede negar que Apple se ve favorecida en sus
ventas por este acortamiento de la vida eficaz de sus ordenadores. Y
lo mismo ocurre con las distintas versiones del iPhone, donde la
actualización de iOS, el sistema operativo, y las nuevas funciones
de los modelos más avanzados (4 y 4S) dejan al iPhone 3GS a medio
gas, aunque funcional. Apple aprovecha la relativa obsolescencia de
este modelo para venderlo a precios más bajos y frenar así el
crecimiento de otras marcas que fabrican smartphones de gama baja.
Respecto a los teléfonos con el sistema operativo Android, ocurre
algo muy similar, aunque se debe destacar más bien cierto caos y no
tanto una obsolescencia: cada fabricante adapta Android a sus
móviles y lo hace mediante el uso de una versión más o menos actual,
según el procesador que desee utilizar. Esta situación provoca que
el mercado de aplicaciones para el sistema proponga programas
unitarios para diferentes teléfonos, de modo que no funcionan igual
de bien en todos. Los dispositivos que tengan mejores procesadores
podrán usar una mayor proporción de aplicaciones, mientras que los
más antiguos -quizá con un par de años- se verán rápidamente
limitados a usar unos pocos programas de Android Market. Si se desea
ampliar, hay que actualizar, con los riesgos que conlleva, o comprar
un teléfono nuevo.
¿También obsolescencia funcional para Windows?
El sistema operativo Windows no es inmune a la obsolescencia
funcional, aunque sus usuarios son mucho más reticentes a cambiar de
ordenador que los de Mac OS X. Al contrario que en este último, las
actualizaciones en Windows son mucho más frecuentes -pueden llegar a
resultar molestas- y la ralentización es más imperceptible.
El problema en Windows surge porque, con cada nueva versión, la
mayoría de los programas se actualizan para responder a ella y los
usuarios que tienen el sistema operativo anticuado se ven limitados
a usar la versión obsoleta, con lo que pierden funciones y quedan
aislados de la evolución tecnológica. Hasta hace muy poco, todavía
había una importante tasa de usuarios que utilizaban el navegador
Internet Explorer 6, ampliamente superado y disfuncional. Microsoft
tuvo que hacer una intensiva campaña para que los usuarios
actualizaran el navegador a versiones posteriores.
Medidas para evitar la obsolescencia en ordenadores
- Comprar un aparato con el mejor procesador posible. Aunque
el pr
ecio
sea mayor, a largo plazo, lo agradeceremos en la respuesta a
futuras actualizaciones.
- Comprobar que la memoria RAM sea amplia. Al igual que el
procesador, la memoria de acceso al mismo, RAM, ha de tener
mucha capacidad.
- Cambiar la RAM y/o el procesador. En caso de que se quede
corta, se pueden intentar cambiar los componentes de la CPU,
solo en los PC, aunque dependerá de que el nuevo sistema
operativo al que se quiera actualizar use la misma arquitectura.
- Evitar actualizaciones. Esta opción tiene el riesgo de
limitar las posibilidades de uso y crear vulnerabilidades en el
ordenador por donde se cuele el software malicioso, pero permite
trabajar con el mismo dinamismo del principio.
- Usar programas para optimizar la memoria RAM y eliminar
archivos ocultos inútiles que enlentecen el funcionamiento del
ordenador. Fuente