La norma llega casi tarde, porque ya solo queda una comunidad en
la que la venta de alcohol a menores esté permitida: Asturias,
aunque ha habido propuestas al respecto.
La idea no es nueva. Este límite legal era uno de los componentes
básicos de la ley que preparó Elena Salgado, cuando fue ministra de
Sanidad (2004-2006) para regular el consumo de alcohol, y que tuvo
que abandonar. Entonces, el PP orquestó una campaña –ahí surgió el
famoso “Viva el vino” del actual presidente, Mariano Rajoy– que
acabó tumbando la propuesta. Aquel proyecto de ley también fijaba
límites horarios para la venta de bebidas, incluso para adultos, que
fue otro de los grandes argumentos contra la norma.
Desde entonces la mayoría de las comunidades han regulado el
acceso a las bebidas alcohólicas (las últimas fueron Galicia y
Castilla y León) y han establecido la edad mínima en 18 años. Claro
que, al no haber una ley nacional, siempre cabría la posibilidad de
que alguna comunidad diera marcha atrás a la norma, que es lo que el
Ministerio de Sanidad no quiere.
Babín no indicó si habría alguna excepción a la ley. Entonces el
sector vitivinícola, el de los cerveceros y el de la sidra se
movilizaron para crear una diferencia en la regulación en función de
la graduación de la bebida que permitiera ser más flexible con las
de menos contenido alcohólico.
De hecho, el alcohol tiene una consideración especial en España,
donde no se incluye de manera general y oficial entre las drogas
–algo que ya sucede con el tabaco–, ya que por su peso en la
economía se ha considerado el vino como un alimento.
Quizá esta visión permisiva explique que según
la última encuesta del Plan Nacional sobre Drogas, con datos de
2008, el 58,5% de los estudiantes de edades entre 14 y 18 años
consume alcohol de manera habitual. Menos del 20% no lo ha probado.
Es con mucho la droga más consumida, con 20 puntos más que el
tabaco.
Además, el ministerio realizará acciones de prevención a través
de las Ampas (Asociaciones de Madres y Padres) y promoverá el ocio
alternativo.