La reacción de la canciller fue negociar con los socios europeos
y con España un rescate “suave”,
sin humillaciones innecesarias, y al mismo tiempo proponer
una huida hacia delante de gran
calado.
“Necesitamos más Europa”, afirmó en un importante discurso
televisado que está siendo analizado con lupa. La idea que lanzó
Merkel es nada menos que avanzar hacia una
unión fiscal, una política presupuestaria común y, en última
instancia, una unión política, especialmente necesaria,
dijo, entre los países del Eurogrupo.
Más poder para Berlín
Independientemente de que el Reino Unido se oponga a ceder más
poder a Bruselas, algo que lleva impreso en sus genes isleños y que
ya forma parte del paisaje, lo que algunos analistas ven detrás de
esa propuesta, no sin cierto recelo, es un
intento alemán de ejercer mayor
control sobre las instituciones comunitarias.
Es algo que ya defiende el partido de Angela Merkel, la CDU, al
incluir entre sus propuestas la
elección por sufragio universal de un dirigente europeo.
Siendo la primera economía de la zona y albergando el 18% de la
población europea es fácil pensar que la persona elegida sería
alemana o, cuando menos, alguien que contara con el beneplácito
teutón.
La objeción que ponen otros, especialmente en los países con
economías más débiles, es que Merkel acepta la
posibilidad de diferentes niveles
de integración. Surge así, una vez más, el fantasma de la
Europa a dos velocidades. Dice la canciller que la Unión Europea ya
se está moviendo de esa manera al admitir que algunos países formen
parte del espacio Schengen y otros no, o que solo sean 17 los que
comparten el euro, pero esa concesión causa una aprensión
comprensible entre los países que arrastran problemas, entre ellos
España. Naciones que, por otro lado, apuestan fuertemente por una
mayor integración europea como vía para solucionarlos.
Los problemas son a corto plazo
Lo que no entienden algunos expertos es que Alemania haya
avanzado planes a largo plazo, con lo que suelen dilatarse cuando se
trata de conciliar a tantos países, mientras persisten problemas que
pueden hundir la Unión Europea en pocas semanas.
Entre las propuestas de los “realistas” están, por ejemplo, crear
un sistema común de supervisión de
los bancos que garantice los depósitos a nivel europeo y
que busque salidas razonables para las instituciones financieras
enfermas. Es algo que sería bien recibido no solo en España, sino
también en Chipre e Irlanda, que tienen problemas similares.
Incapacidad para tomar decisiones
Propuestas no faltan, pero lo que más claramente se vislumbra
desde el comienzo de la crisis financiera que amenaza al euro es una
total incapacidad por parte de los
políticos para tomar decisiones de calado. Lo sugirió la
directora del Fondo Monetario
Internacional, Christine Lagarde, cuando dijo que
encerraría a los dirigentes europeos en una
habitación
y no les dejaría salir mientras no alcanzaran un acuerdo para salir
de la crisis. Y en la misma senda ha ido el
presidente del Banco Central
Europeo, Mario Draghi, al decir que ayudaría mucho que los
líderes se sentaran a escribir un plan detallado para el futuro de
la eurozona.
Esa incapacidad para tomar acuerdos es la que, posiblemente,
trata de superar Alemania intentando hacer valer su poderío, pero el
nuevo presidente francés también tiene sus propias ideas y está
esperando a que cierren los colegios electorales el domingo 17 para
saber con qué avales políticos cuenta en su propio país antes de
lanzarse a la arena comunitaria.
La solución a todos los problemas, por tanto,
a partir del día 18 y con la vista puesta en la cumbre europea del
28 y 29 de junio. Pero no se confíen, todavía puede ser
pronto.