El misterio de la muerte del líder palestino Yasir Arafat, va
camino de aclararse, casi ocho años después de que su fallecimiento
conmocionara al mundo árabe y desatara una marea de rumores acerca
de un posible envenenamiento por parte de Israel. Suha Arafat, su
viuda, ha pedido que desentierren a su marido y la Autoridad
Palestina ha asegurado que no interpondrá ningún obstáculo para que
se conozcan las causas de la muerte.
La viuda del líder palestino y el Gobierno de Ramala han decidido
reabrir el caso después de que una investigación de la cadena de
televisión Al Yazira, indicara que el cuerpo de Arafat contiene
altas dosis de polonio. Estas nuevas revelaciones, que no son
concluyentes, sí refuerzan la tesis de que el líder palestino pudo
haber sido envenenado. Sólo la autopsia previa exhumación del cuerpo
determinará con seguridad si Arafat murió por el efecto del veneno
radioactivo.
“Después de ver el resultado de la investigación quiero una
exhumación, quiero pedirle a la Autoridad Palestina que me ayude y
que ayude a todos los palestinos y desentierren el cuerpo”, dijo
Suha Arafat a Al Yazira. “Quiero que el mundo sepa la verdad sobre
el asesinato de Yasir Arafat”, añadió. El presidente palestino,
Mahmud Abbas, indicó a través de su portavoz, que no hay ninguna
razón para impedir que lo desentierren y que buscarán expertos
internacionales para investigar las causas del fallecimiento, según
recogen los medios locales. De momento se desconocen los planes
concretos de la posible exhumación.
Las revelaciones de Al Yazira están fundadas en el análisis
radiológico del instituto de radiofísica de la Universidad de
Lausana, en Suiza. En este centro han estudiado los objetos
personales de Arafat, incluido su cepillo de dientes, su ropa
interior y su kefiya, su célebre pañuelo. La ropa contiene restos de
sangre, orina, saliva y sudor. Fue Suha Arafat la que entregó los
efectos personales del líder palestino al instituto suizo para que
los analizaran. Los especialistas han encontrado dosis de polonio
especialmente elevadas en las pertenencias del rais.
El Polonio 210 es un elemento químico altamente radioactivo. El
antecedente más conocido de supuesto envenenamiento por Polonio fue
el caso de Alexander Litvinenko. El espía ruso murió en Londres en
2006 presuntamente envenenado con un té aderezado con polonio.
Los expertos del instituto de Radiofísica explican en un
comunicado que “todas las mediciones son negativas excepto las de
polonio 210”. Detallan que si en el momento de la muerte había
polonio artificial en el cuerpo de Arafat, la actividad del elemento
radioactivo podría haber decrecido enormemente durante los ocho años
transcurridos desde su muerte. Dejan también claro que “las muestras
en las que hay restos de líquidos biológicos presentes tienden a
tener una actividad significativamente más elevada que las muestras
que no han estado en contacto con el señor Arafat”.
Pero también advierten de que el hallazgo de polonio 210 “no es
suficiente sin embargo para determinar las causas de la muerte”.
Añaden que, al contrario que en el caso del espía ruso Alexandre
Litvinenko, envenenado por polonio, el cadáver de Arafat ha
conservado el cabello. Y destacan por último que hay contradicciones
entre los síntomas de los que hablaron los informes médicos y los
correspondientes a una radiación aguda.
Clayton
Swisher, autor de la investigación de Al Yazira insiste en que
“para determinar de forma inequívoca que se trata de un
envenenamiento , [los investigadores suizos] tienen que tener acceso
al cuerpo”. Swisher, quien también desveló los documentos
confidenciales sobre las negociaciones entre palestinos e israelíes
durante la última década, añade por correo electrónico que esta
nueva investigación prueba además que Arafat no murió de sida, ni de
cáncer ni de cirrosis ni de una enfermedad infecciosa. “A no ser que
haya una enfermedad misteriosa desconocida –por ejemplo, el síndrome
de Arafat- , nuestros expertos han concluido que tuvo que ser otra
cosa, por ejemplo, una intoxicación”.
A pesar de haber amenazado a Arafat en repetidas ocasiones,
Israel ha negado siempre estar detrás de su muerte. Avi Dichter,
jefe de los servicios secretos en aquella época, dijo ayer a la
radio israelí: “No, nosotros estábamos centrados en asuntos más
serios. La comida de Arafat no nos interesaba”.
Arafat murió en el hospital militar de Percy, a las afueras de
París, después de haber vivido durante tres años asediado por el
Ejército israelí en la Mukata, su sede de Gobierno en Ramala. Las
condiciones sanitarias durante su encierro fueron pésimas. Sus
colaboradores le llevaban comida e intentaban mantener el lugar
limpio y que su jefe no sufriera. Pero había poco agua y el aire no
corría en aquel edificio. El 11 de noviembre de 2004 murió.
En el hospital francés mantuvieron los informes médicos en
secreto. Suha Arafat se opueso a que se efectuara una autopsia. En
septiembre de 2005
The New
York Times publicó los informes. Revelaban que Arafat murió
de una embolia consecuencia de una hemorragia causada por una
infección desconocida. Los informes descartaban además que el rais,
a sus 75 años, hubiera muerto de sida o envenenado, como aseguraba
también parte de la rumorología de entonces.
Ashraf Kurdi, médico de cabecera de Arafat había insistido sin
embargo días después de la muerte, en una entrevista en Beirut con
este diario, en la tesis del asesinato. "Contemplo la posibilidad
del envenenamiento porque el resto de las enfermedades causantes de
los síntomas que padeció Arafat en sus últimos días [bajada de
plaquetas en la sangre, fuertes dolores abdominales, diarrea y
vómitos] las fuimos descartando una por una". Este neurólogo jordano
acompañó al presidente palestino durante sus últimas horas en la
Mukata de Ramala y tomó después la decisión de enviarlo al
extranjero.
Es precisamente en un mausoleo en la Mukata donde yace el cuerpo
de Arafat. Su tumba se ha convertido en lugar de peregrinaje
obligado para los palestinos. Acuden a rendir homenaje al hombre que
supo unir a su pueblo como ningún otro y que puso la causa palestina
en la agenda mundial.