El movimiento de la máscara está cambiando el ritmo. El
recrudecimiento de sus ataques obedece a una lógica: consideran que
las iniciativas de protección de los derechos de autor (entre otras,
la Stop Online Piracy Act estadounidense) y operaciones como el
cierre de Megaupload son ataques a la libertad de Internet muy
graves que deben ser contestados con acciones graves. El carácter
indefectible que parece tener la aprobación de una legislación más
restrictiva en España, dicen, les ha llevado a elevar el tono de sus
acciones. De ahí la publicación, el pasado sábado, de los datos
personales de personas que trabajan en el sector de la cultura, en
especial del cine y de la música.
Anonymous es un movimiento transversal y heterogéneo en el que
conviven todo tipo de sensibilidades. Algunos miembros activos de
este colectivo se posicionaron en contra de una acción como la
publicación de datos personales de la exministra Gonzalez-Sinde y
del actual ministro Wert, pero la acción fue aplaudida en los
canales de comunicación de que disponen. Nos lo confirmaba ayer
mismo por la tarde R., de 20 años, miembro de este colectivo de
activistas digitales y trabajador del sector de la seguridad
informática.
El ideario de Anonymous es escueto y sencillo. Dicen que su lucha
es por la libertad de expresión, por los derechos humanos y por la
transparencia. Pretenden que en ese nuevo mundo que es la esfera
digital impere su particular concepto de libertad. Consideran que
las acciones para restringir la circulación de contenidos en la red
es un ataque que debe ser contestado.
Es un movimiento sin líderes que machaca a todo aquel que se
intente mostrar como tal en los medios. Se comunican mediante
canales de IRC (Internet Relay Chat) en los que los miembros del
colectivo proponen acciones que los demás van refrendando. De los
consensos surgen las decisiones de acciones concretas. Y las
decisiones se trasladan a la red por la vía de blogs y webs de
Anonymous que van migrando por el ciberespacio. Twitter es uno de
los altavoces que usan para dar a conocer sus acciones.
Se estima que entre 1.000 y 2.000 personas participan en España
en el proceso de decisión. Hasta ahora, Anonymous se dedicaba, sobre
todo, a tumbar webs, a impedir el acceso a determinadas páginas
mediante ataques de denegación de servicio, los llamados DDos. Lo
del sábado supone un salto cualitativo notable y anticipa una etapa
de acciones más duras. “Habrá más
filtraciones", anuncia R. en conversación telefónica, “se están
barajando en estos momentos”. R. dice que no considera excesivamente
grave que se publiquen los datos personales de personalidades del
mundo de la cultura. “Éticamente es reprobable”, manifiesta, “pero
también es reprobable todo lo demás”. Los miembros de Anonynmous
consideran que están llevando a cabo una lucha desigual: de un lado,
los gobiernos, sometidos por lobbies, por las grandes
industrias que no quieren pasar página. Por otro, ellos, con su
ordenador.
Estiman que la clase política no está al servicio del ciudadano,
sino al servicio de otros intereses. Y por eso actúan, para
defender, estiman, el interés general de la ciudadanía. Pero queda
claro que no incluyen entre esos ciudadanos con derechos a personas
que se dedican al cine o que desarrollan cualquier otra labor en el
campo de la cultura, y que no piensan como ellos.