En investigación hay un gran principio: se encuentra lo que se
busca (aunque muchas veces los genios surgen cuando saben
interpretar lo inesperado). Y la entomología no es una excepción.
El mapa de mosquitos invasores que ha publicado el
Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) indica que no
hay fronteras para estos insectos, y desde el por desgracia bien
conocido mosquito tigre (Aedes albopictus) al más raro
Aedes koreicus hasta cinco de estos exóticos animales han
volado hasta el continente. Los otros son el aegypti, el
japonicus y el atropalpus.
La verdad es que salvo en el caso del albopictus, de
momento se trata de presencias reducidas, aunque hay que tener en
cuenta que en más de la mitad de Europa no se han tomado datos.
Pero, dando por buenos los resultados, se puede decir que hay una
invasión en marcha.
La causa es humana –para variar-. Los transportes de mercancías y
los viajes en avión facilitan el viaje de los insectos. El
calentamien
to
les ayuda a establecerse.
El más exitoso es el mosquito tigre, como pueden acreditar en la
zona de la costa catalana. Desde un punto de vista sanitario, aparte
de sus doloras picaduras, es transmisor de dengue, fiebre amarilla y
el virus del Nilo occidental. De hecho, es el responsable de
mantener el foco de esta última enfermedad en Grecia. También fue el
encargado de diseminar el virus Chikungunya en Rávena (Italia) en
2007.
Las otras cuatro especies también son vectores de prácticamente
las mismas enfermedades. El japonicus está relacionado con
un tipo de encefalitis, por ejemplo. Por fortuna que esté el insecto
no es suficiente para que haya brotes de esas infecciones. Falta el
virus correspondiente. Todavía.