El estudio de científicos del
Instituto de
Investigación del Sida
IrsiCaixa, que publica
este martes la revista internacional
Plos Biology, demuestra que el virus del VIH tiene en
su cubierta unas moléculas,
llamadas gangliósidos, que utiliza para
penetrar en las células
dendríticas.
En general, este tipo de células son las responsables de capturar
y trocear los virus (fagocitar los patógenos) que entran en el
organismo para trasladarlos hasta los ganglios, que son un
importante centro de control del
sistema inmunitario en el que se crean sustancias para
destruir los virus y acabar con la infección.
Como si de un Caballo de Troya se tratara, en las infecciones del
sida el
VIH se esconde en las células dendríticas y cuando estas
células llegan a los ganglios, el virus destruye el sistema
inmunitario, atacando concretamente a los linfocitos T CD4.
"Con este hallazgo hemos logrado acotar la
interacción molecular entre el VIH y las células
dendríticas", ha explicado en conferencia de prensa el coordinador
del estudio, Javier Martínez-Picado,
que es el investigador de la Institución Catalana de Investigación y
Estudios Avanzados (ICREA) y del
IrsiCaixa.
Los investigadores no sólo han identificado la función de esta
molécula clave en la propagación del virus, sino que han demostrado
que eliminando los gangliósidos del
VIH se evita que las células dendríticas puedan
internalizarlo.
Nuevos fármacos
Siguiendo esta nueva diana terapéutica, los investigadores del
IrsiCaixa, instituto impulsado por la Obra Social La Caixa
y por la Generalitat, trabajarán en fórmulas para crear
fármacos que bloqueen la interacción entre el virus y las células
dendríticas y que serían complementarios a los tratamientos ya
existentes.
El director del IrsiCaixa, Bonaventura Clotet, ha augurado que
estos nuevos fármacos
serían más eficaces y estables que los tratamientos actuales porque
serían menos vulnerables a las mutaciones del virus. Asimismo, el
hallazgo supone un paso más en el desarrollo de la vacuna en la que
trabaja el IrsiCaixa a través de su proyecto HIVACAT con el fin de
erradicar la enfermedad, un hito por ahora imposible.
Los tratamientos actuales
con antirretrovirales sólo frenan la acción del VIH, pero no lo
destruyen del todo, porque resiste en algunos reservorios del cuerpo
humano, como los ganglios.
Gracias al estudio publicado este martes, en el que han
participado investigadores del Consejo Superior de Investigación
Científicas (CSIC) y la Universidad de Heidelberg de Alemania, se
vislumbra la vía por la que se pueden hacer entrar los inmunógenos y
los fragmentos de microbios desactivados de la vacuna hasta el
sistema inmunológico para que éste desarrolle resistencias y se
entrene para poder destruir
definitivamente el virus.
Clotet ha destacado que los investigadores están "esperanzados"
en poder definir los primeros inmunógenos en un periodo de tres años
y ha revelado que, desde hace tres meses, se están haciendo las
primeras pruebas en ratones. Sin embargo, para poder llegar a
comercializar tanto fármacos como una vacuna a partir del nuevo
hallazgo pasará al menos una década, según los expertos.
Inversión en investigación
Clotet subraya la importancia de
invertir en investigación porque, si se logra una vacuna,
se ahorrarán los millones de euros que se dedican a los fármacos que
deben tomar los enfermos durante
toda la vida. En este sentido, Clotet ha considerado que es
"poco razonable" la decisión del Gobierno de reducir hasta un 30% la
dotación del Plan Nacional de Investigación, lo que ha comprometido
la financiación del IrsiCaixa.
Este instituto está financiado en un 40 por ciento por
fondos del Estado y europeos,
mientras que el resto lo aporta la Obra Social La Caixa, la
Generalitat y la farmacéutica Esteve.
"La excelencia en la
investigación que aún mantiene España no se ha hecho en dos días,
pero se puede echar por tierra en dos días", ha advertido Clotet.
Con 34 millones de infectados en
todo el mundo, el sida continua
siendo una enfermedad muy extendida, que sigue matando en los países
más pobres por la falta de acceso a los tratamientos.
En España, el
sida ya hace años que no es letal
y se ha convertido en una enfermedad crónica, con una esperanza de
vida equivalente a la de la población no infectada, pero el ritmo de
contagios ha aumentado un 17 por ciento en la última década y,
además, uno de cada cuatro infectados no sabe que vive con el virus.