Ha costado más de un año de negociaciones que Afganistán y
Estados Unidos lleguen a un acuerdo de asociación estratégica que
entre en vigor tras la retirada total de las tropas de la OTAN de
aquel país en el año 2014. El acuerdo se alcanzaba en la noche del
domingo en Kabul y garantiza la ayuda norteamericana por 10 años
tras la salida militar. El documento debe ser ahora revisado por el
parlamento afgano y las agencias de seguridad estadounidenses para
que después sea firmado por los presidentes de ambos países.
En el acuerdo, del que se saben pocos detalles por el momento, se
especifica que EEUU sólo contribuirá a la seguridad afgana cuando
las autoridades de este país lo autoricen. A su vez, EEUU se
compromete a no utilizar el territorio afgano como base para lanzar
ataques a terceros países (por ejemplo, desde Afganistán despegan
los aviones no tripulados –‘drones’- que atacan Pakistán). “El
documento supone una base importante para la seguridad de
Afganistán, la región y el mundo y es un documento para el
desarrollo de la región”, aseguró el consejero de seguridad nacional
afgano, Rangin Dadfar Spanta.
Sin embargo, sigue sin existir un acuerdo sobre el número de
militares que permanecerán en el país y sobre la cuantía económica
que tanto EEUU como la OTAN ofrecerán a Afganistán una vez que se
vayan las tropas. Un acuerdo final sobre esta cifra puede ser
alcanzado en la cumbre de líderes de la Alianza Atlántica que se
desarrollará en Chicago el mes que viene. La semana pasada, el
presidente afgano, Hamid Karzai, sugirió que esa cantidad debe de
rondar los dos mil millones de dólares al año.
En opinión de EEUU, el acuerdo estratégico es un instrumento
vital para garantizar tanto a las autoridades de Kabul como a la
insurgencia que Washington no abandona el país a su suerte en la
lucha contra los talibanes tras su retirada militar en 2014.