Madrid, 6 ago (EFE).- Los mosquitos, que este verano estarán más
presentes por las abundantes lluvias caídas hasta mayo, eligen a sus
víctimas en función de la cantidad de dióxido de carbono que emiten
al respirar y no, como afirma la creencia popular, por la dulzura de
la sangre.
Cada día un ser humano produce aproximadamente un kilogramo de
CO2 y cada vez que exhala, unas trece veces por minuto, emite más de
cien miligramos.
Además de otras sustancias corporales, el mosquito siente
especial "querencia" por aquellas personas que emiten más CO2, ha
explicado en una entrevista con Efe Juan Rueda, de la Asociación
Española de Entomología y experto en el control biológico de los
mosquitos.
Estos insectos detectan una corriente con pulsaciones de CO2, de
la que deducen que detrás hay sangre fresca para chupar, asegura, en
el mismo sentido, un reciente estudio publicado en la revista Nature.
El dióxido de carbono emitido al respirar es mayor en los adultos
que en los niños y su cantidad varía en función de la dieta y el
ejercicio físico que se sigan.
Por otro lado, ha apuntado Juan Rueda, las temperaturas y las
abundantes lluvias caídas hasta mayo, por lo menos en la costa
levantina, han favorecido la aparición de focos de mosquitos.
La vida media de una hembra de mosquito, que es la que pica, va
de 50 a 60 días y con cada lluvia "el ciclo vital se reinicia".
Según este profesor de la Universidad de Valencia, sin vigilancia
ni control de focos, los mosquitos serán "compañía obligada durante
el verano".
De ahí la importancia de hacer un trabajo efectivo en los focos
de larvas, porque "todo lo que sea luchar contra adultos voladores
supone muchos esfuerzos económicos y de personal".
En cuanto a la existencia o no de una creciente resistencia de
estos animales a los repelentes, Rueda ha explicado que éstos se
cambian periódicamente para evitar ese efecto.
Por ello, "es primordial el control de los focos de mosquitos en
su fase de larva, para no tener que enfrentarse a los efectos de
resistencia de los productos químicos en los mosquitos adultos".
Entre las medidas más sencillas para luchar contra ellos, se
encuentran, en primer lugar, evitar los encharcamientos de agua en
las zonas urbanas (cubos, maceteros, fuentes ornamentales, piscinas,
balsas...) para que no puedan criar, y usar mosquiteras".
En el medio natural, se pueden transformar ciertas zonas de
inundación temporal en permanentes e introducir peces autóctonos que
son sus depredadores naturales.
Cuando esto no sea posible, se actúa con un control biológico
sobre los focos.
Los productos biológicos son totalmente inocuos para los demás
seres vivos y se utilizan bacterias que producen una toxina que
destruye el tubo digestivo de las larvas de mosquitos.
Por otro lado, el experto ha recordado que los humedales son un
importante refugio de biodiversidad, por lo que su desecación no es
en ningún caso una solución.
Los mosquitos más frecuentes en España se dividen entre los que
viven en el medio urbano y el medio natural.
En el natural, los más abundantes son los del género "Ochlerotatus"
y, en el urbano, el mosquito común o "Culex pipiens"; los primeros
pican durante el día y a través de la ropa, y los segundos al
atardecer y al amanecer.