La candidata del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), en
su primera prueba en las urnas, se impuso con cierta holgura en las
presidenciales, pero como habían vaticinado algunos sondeos
no llegó a sumar la mayoría
absoluta, con lo que los brasileños conocerán al sucesor de
Lula el próximo día 31 de octubre, en una segunda elección.
Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB),
irá a una segunda vuelta por segunda vez en su vida. La
anterior fue en su primera experiencia como candidato presidencial,
en 2002, cuando fue derrotado por Lula.
La ola verde
Rousseff, quien durante toda su campaña se presentó como heredera
de Lula y se valió de la popularidad del 80% que mantiene el jefe de
Estado para ganar apoyos, fue sorprendida no tanto por la votación
obtenida por Serra, sino por la
lograda por Marina Silva, abanderada del Partido Verde (PV)
y disidente del PT.
Silva se situó en el tercer lugar, con
un 19,33% de respaldo, que
superó en cerca de cuatro puntos porcentuales el apoyo que le
atribuía la mayoría de los sondeos.
Rousseff se mantuvo por encima del 50% en las encuestas hasta
hace solamente dos semanas, pero
comenzó a caer debido a denuncias de corrupción centradas
en Erenice Guerra, una antigua colaboradora que heredó su cargo de
ministra de la Presidencia en marzo pasado.
20 millones
A eso se sumó la inesperada "ola
verde" que se volcó en favor de Marina Silva, que fue
ministra del Medio Ambiente hasta hace dos años y dimitió debido a
sus divergencias con Rousseff sobre los planes del Gobierno de Lula
para el desarrollo de la Amazonía. Ante la segunda vuelta,
los casi 20 millones de votos
obtenidos por la ecologista serán el objetivo de Rousseff y Serra
para tratar de inclinar la balanza.
El presidente del PV, José Luiz de França Penna, ya declaró su
decisión de que ese partido apoye "decisivamente" a Serra de cara al
próximo día 31, pero Silva propuso, tras conocerse el resultado, que
esa formación debata internamente
cuál será su posición final.
La voz de la candidata puede pesar, ya que muchos de los votos
logrados hoy por el PV se deben
exclusivamente a ella, quien logró arrastrar a muchos
disidentes del PT que en una segunda vuelta podrían resistirse a
votar por el PSDB.
Garra y energía
A diferencia de Silva, quien se pronunció inmediatamente después
de que se confirmase la segunda vuelta, Serra y Rousseff mantuvieron
silencio durante algunas horas. Tras votar temprano en Porto Alegre
(sur), Rousseff viajó a Brasilia, donde pasó la tarde
jugando al escondite con la prensa.
Tras una larga espera, los reporteros fueron invitados nuevamente
a dirigirse a otro hotel, donde finalmente
escucharon pronunciarse a la
candidata oficialista en un breve acto en el que no se
aceptaron preguntas.
"Iré a la segunda vuelta con
mucha garra y energía", declaró la abanderada del PT, quien
manifestó su especial agradecimiento a Lula por el "enorme" apoyo
que le ha brindado en la campaña.
Manos divinas
Según Rousseff, la segunda vuelta le dará
la "oportunidad" de "detallar mejor" sus propuestas para
"la erradicación de la miseria y el desarrollo del país con elevadas
tasas de crecimiento".
Serra, por su parte, se
mantuvo en paradero desconocido desde que votó por la mañana y
encomendó su suerte a las manos
divinas, al declarar que llegaría a una segunda vuelta "si
Dios quiere".
Al filo de la medianoche, Serra finalmente dijo que pasó a
la segunda vuelta gracias a "la
fuerza del pueblo" que creyó en su candidatura y no en lo
que decían las encuestas, e invitó a sus compatriotas a que lo
apoyen para construir juntos "un Brasil mucho mejor de lo que ya
está". Quien no habló después de concluido el escrutinio fue el
presidente Luiz Inácio Lula da Silva.