¿QUÉ
CAUSA LA ENVIDIA?
Existen poderosas razones evolutivas para que seamos
envidiosos. Eso es lo que se desprende de un estudio realizado por
un investigador de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), que
analiza las causas y consecuencias económicas de la envidia.
El uso de técnicas experimentales en
Economía en los últimos años ha permitido descubrir evidencias sobre
la toma de decisiones de las personas, que se guían no solamente por
su propio beneficio sino también por las ganancias materiales que
puedan tener otros individuos de su red social. Por envidia, en
definitiva. Pero en este marco investigador todavía había un reto:
descubrir el origen evolutivo de la envidia y probar de forma
teórica los posibles efectos de la misma en las empresas. Y eso es
lo que ha tratado de realizar el Catedrático del Departamento de
Economía de la UC3M, Antonio Cabrales, en una nueva investigación,
publicada recientemente en SERIEs, la revista de la Asociación
Española de Economía.
El concepto de envidia empleado en este estudio es el que se
conoce en términos técnicos como "aversión a la desigualdad". Es
decir, los individuos están dispuestos a gastar recursos de todo
tipo (monetarios, esfuerzo, etc) con tal de reducir las diferencias
de bienestar material respecto a otras personas. En este artículo
científico se plantea la envidia como algo que es resultado de una
competición por unos recursos limitados. "Lo que se demuestra en el
artículo es que hay poderosas razones evolutivas para que seamos
envidiosos y, por tanto, que la llevamos codificada en los genes",
afirma el profesor Antonio Cabrales.
Según esta hipótesis, la envidia puede tener su origen en el
hecho de que los recursos que se obtienen en el trabajo, por
ejemplo, se utilicen después en algún tipo de conflicto
interpersonal, como a la hora de obtener la mejor pareja o la
dominancia en el rebaño. En estos casos, es importante haber
acumulado más recursos que el contrario, de manera que la victoria
no solamente dependería de tener mucho, sino de tener más que el
otro. "Por esto - continúa el economista - es importante que la
educación y la formación corrijan unas tendencias de consecuencias
potencialmente nefastas para el individuo y el grupo, como ya hacen
desde el decálogo bíblico hasta el Otelo de Shakespeare", recuerda.
La parte más gruesa de este estudio es teórica y se han empleado
técnicas de teoría de juegos aplicadas a los problemas de decisión
interpersonal e intertemporal planteados. Por otra parte, también se
ha llevado a cabo una parte experimental para analizar los efectos
de la envidia en sujetos reales. Para ello, se puso a un grupo de
estudiantes de grado en un laboratorio informático para que tomaran
decisiones que tenían efectos monetarios concretos sobre ellos y
simultáneamente sobre otras personas. Por último, la investigación
ha profundizado en el análisis de datos utilizados en los mercados
laborales, para tratar de discernir cómo afecta la envidia a
diversas variables contractuales, salariales, movimientos entre
empresas, etc.
Una de las cosas que se apuntan en el estudio es que hay muchos
fenómenos del mercado de trabajo que son más fáciles de entender una
vez que se tiene en cuenta la envidia. Por ejemplo, las promociones
internas o los abanicos salariales de los trabajadores están más
comprimidos en las empresas de lo que se esperaría si simplemente se
considerara la productividad de los individuos. "Los efectos de la
envidia - indica el profesor Cabrales - se pueden ver en la
compresión de las escalas salariales, en promociones más lentas de
lo que sería recomendable por cuestiones de eficiencia y en que los
abandonos de la empresa de personas de mayores calificaciones puede
tener efectos serios en los que se quedan", concluye.
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