Quien prefiera entrar en el segmento
a través de un modelo más barato y
con menor motorización,
Renault ofrece desde hace poco, y de forma alternativa en
combinación con el equipamiento de alta calidad «Dynamique», el
paquete de equipamiento «GT Line» por algo más de 1.300 euros. La
versión de acceso es un cinco puertas con motor de gasolina de 1,6
litros y 110 CV que, en combinación forzosa con el paquete «Style» y
el sistema de ayuda al aparcamiento posterior, está disponible
alrededor de los 20.000 euros.
Caos de combinaciones
El modelo equipado con el paquete «GT
Line» se suministra además con el
chasis deportivo rebajado doce centímetros procedente del
Mégane Coupé con muelles y amortiguadores más rígidos. Además, tanto
por dentro como por fuera el Mégane GT Line presenta las marcadas
características de diseño el equipamiento GT (faldones delantero y
trasero diferentes), así como espejos exteriores calefactables y
abatibles eléctricamente lacados en negro. Las llantas de aluminio
de 17" y la inscripción «GT Line» en la zaga y en la parrilla
completan una imagen muy atractiva.
La versión GT Line del Mégane se
puede combinar con cuatro mecánicas
de gasolina y dos diésel. Las motorizaciones superiores
corresponden al diésel dCi 130 FAP de 130 CV y al gasolina 2.0 16V
140 CVT de 140 CV. Éste último monta el único cambio manual
disponible en la actualidad, aunque el nuevo cambio de doble
embrague de Getrag está a punto de salir. En términos técnicos, se
trata de un cambio similar al Powershift de Ford y Volvo.
Consumo reducido a pesar de la sensación
de comodidad
No obstante, por ahora Renault sólo
monta el cambio de doble embrague EDC de seis velocidades en
combinación con el motor diésel de 1,6 litros y 106 CV de potencia.
Sin embargo, la casa no ve en esta combinación (EDC-diésel) una
variante de propulsión capaz de
aumentar la dinámica, sino que se trata más bien de
incrementar el confort reduciendo aún más el consumo de combustible.
Con todo, aún queda por demostrar si su modesto consumo homologado,
cifrado en 4,4 litros, resulta viable en la práctica, algo que
haremos a través de una prueba de conducción exhaustiva. No
obstante, los 4,4 litros a los 100 km ya constituyen de por sí un
consumo sumamente bajo.
En el apartado del confort, el EDC
resulta absolutamente convincente, ya que parece que cambia las
marchas él solo como si fuera un cambio automático. En este sentido,
la selección de marchas se lleva a cabo de forma casi igual de suave
que con el clásico cambio
automático con convertidor de par, aunque los recorridos
son claramente más cortos. Además, el cambio es capaz de seleccionar
de forma inequívoca una marcha y, a velocidades medias, no cambia
continuamente entre dos marchas. Si el conductor así lo desea,
también podrá cambiar las marchas manualmente. Sin embargo, sólo
mediante la gran palanca de cambios situada en la consola central,
ya que el volante no viene equipado con levas. En este sentido,
quizá sea mejor dejar que el EDC trabaje solo.
En lo que respecta al empuje, el EDC
también resulta ser un poco aguafiestas. Con una
velocidad punta de 190 km/h
y un tiempo de aceleración de 11,7 segundos, el Mégane resulta
suficientemente rápido. Sin embargo, este mismo modelo con idéntica
motorización, pero en combinación con el cambio manual de seis
marchas, tan sólo precisa 10,5 segundos para alcanzar los 100 km/h y
con el mismo consumo homologado de 4,4 litros. Por lo tanto, el EDC
tan sólo ofrece la ventaja de no tener que cambiar uno mismo las
marchas.
Un chasis fantástico y un precio
atractivo
El reglaje del chasis del
equipamiento «GT Line» otorga al Mégane un
cierto toque deportivo.
Este chasis bien reglado y algo más rígido cumple los más elevados
requisitos de funcionalidad en términos dinámicos, sin que por ello
disminuya el confort.
En la versión probada por nuestros
especialistas, el Mégane 1.6 dCi de cinco puertas y EDC de seis
velocidades, con equipamiento «Dynamique» y opción extra «GT Line»,
cuesta en torno a los 24.000 euros. Para hacernos con un VW Golf 1.6
TDI con DSG de siete velocidades con el mismo nivel de equipamiento
tendríamos que invertir más.
El aspecto deportivo que ofrece Renault gracias al equipamiento «GT
Line» ni siquiera está incluido en el precio del Golf y, además,
resulta imposible encargarlo.
Conclusión