¡Cuántas y cuántas veces he escuchado
a amigos o conocidos decir que son mejores conductores que nadie!
Esta afirmación, muy común entre nosotros (los españoles), en
ocasiones suele venir acompañada de
otras “perlas” que tampoco tienen desperdicio. Me refiero a
cosas del tipo “yo me bajo el puerto de montaña a ralentí porque así
no consumo nada de nada” o “yo cambio siempre entre 2.500 y 3.000
revoluciones porque eso me decía el de la autoescuela”.
Ya sea por desidia o por
desconocimiento, casi todos tenemos malos hábitos al volante.
Cambiar estas “feas” costumbres es
más fácil de lo que parece y, siguiendo unos cuantos
consejos básicos, además de depurar nuestra técnica, aprender a
realizar una conducción eficiente, preventiva y más segura, podemos
hacer que nuestro bolsillo lo agradezca más allá de lo que
imaginamos.
Con el objetivo de orientarnos en
todos estos aspectos, Arval, una de las mayores compañías
especializadas en el renting de vehículos, ha desarrollado un
programa de cursos de conducción eficiente denominados “Drive4Life”.
Dicho programa está dirigido a
empresas y demuestra cómo éstas pueden reducir
significativamente los gastos inherentes a su flota de vehículos; su
doctrina, sin embargo, puede (y debe) aplicarse de forma individual
a todos y cada uno de nosotros.
Teoría y práctica
Como decíamos, tuvimos la suerte de
poder a acudir a uno de estos cursos y de la mano de auténticos
expertos (por citar algunos, los monitores eran conocidos “cracks”
como Luis Villamil, Francisco Fernández o Víctor Fernández...)
intentamos aprender a depurar
nuestra forma de conducir.
Inicialmente nos reunieron a todos en
una “clase” y nos hicieron realizar un breve test de conocimiento
sobre el ahorro económico, de carburante y emisiones derivados de
una conducción responsable. Me atrevo a decir que todos suspendimos.
Luego llegó el turno de subirnos al coche, arrancar… y empezar a
aprender.
He de confesar que al principio me
resultaba cuanto menos curioso ver cómo pilotos profesionales de
carreras me enseñaban a conducir de manera eficiente. Una pequeña
tontería que rápidamente desapareció de mi cabeza tras los primeros
metros. Escuchando sus sabios consejos, me quedó claro que están
hechos de otra pasta y que dominan
todos y cada uno de los registros posibles en el mundo de
las cuatro ruedas. Durante varias vueltas a una pista de pruebas del
INTA (junto con varios ejercicios aparte poniendo a prueba el ABS y
el control de estabilidad) abordamos las técnicas y recomendaciones
necesarias para saber aprovechar la inercia del coche o anticiparnos
a situaciones de peligro.
Fueron muchos los conceptos
aprendidos. En este sentido, los cuatro pilares básicos que definen
una conducción óptima (preventiva,
defensiva, eficiente y respetuosa) giran en torno a “diez
mandamientos” imprescindibles. Arval los resume de la siguiente
manera:
-
Arrancar el vehículo sin acelerar:
El mero hecho de poner el coche en funcionamiento ya consume
energía, pero arrancar sin acelerar hará posible que el motor
precise de un menor gasto
de carburante.
-
Utilizar marchas largas:
La forma más eficiente de conducir es hacerlo con las marchas
más largas posibles manteniendo el motor a bajas revoluciones
para que la energía necesaria sea menor. Así, es preciso prestar
atención al cuentarrevoluciones. Por regla general, en los
motores de gasolina la aceleración y el cambio de marcha debe
realizarse cuando se han
alcanzado las 2.000 o 2.500 rpm. En cuanto a los
diesel, entre las 1.500 y 2.000 rpm. Además, de esta forma se
reducirá la contaminación acústica.
-
Emplear correctamente la caja de cambios:
La primera velocidad tan sólo se utiliza para arrancar,
cambiando a segunda velocidad una vez recorridos seis metros
desde la puesta en marcha; de segunda a tercera
a partir de los 30 km/h;
en cuarta a partir de los 40 km/h y la quinta velocidad, por
encima de los 50 km/h.
-
Mantener la velocidad de circulación:
Durante la conducción es conveniente mantener la velocidad de
circulación lo más uniforme posible, evitando frenazos bruscos.
De esta forma, se incrementa la
seguridad al volante, disminuyendo el riesgo de
accidentes entre un 10% y un 25%, y se reduce el gasto en
gasolina. Pasar de 100 a 120 kilómetros por hora supone aumentar
el consumo de carburante en un ¡44%!
-
Evitar el punto muerto:
Es importante intentar mantener el motor al ralentí el menor
tiempo posible puesto que, en contra de la creencia popular, en
punto muerto el vehículo tiene un consumo fijo de
aproximadamente medio litro de
carburante por hora. Para ahorrar combustible es
aconsejable poner una marcha larga y dejar que el automóvil
ruede con ella sin acelerar. De esta forma, el movimiento de las
ruedas mantendrá el motor en marcha y, a más de 20 km/h, el
consumo de gasolina será nulo.
-
Apagar el motor en paradas prolongadas
:En caso de retenciones, es recomendable apagar el motor del
vehículo si la parada sobrepasa
el minuto de duración.
-
Evitar la sobrecarga del vehículo:
No es conveniente cargar el vehículo en exceso ni tampoco
exceder el “aforo” del vehículo. Está comprobado que
por cada 100 kilogramos
de peso adicional el consumo de combustible se
incrementa en un 5%.
-
No llevar las ventanillas totalmente bajadas y
controlar el uso del aire acondicionado:
Lo ideal es que el aire acondicionado funcione a una temperatura
que oscile entre los 22 y los 23 grados, ya que un uso
irracional puede incrementar el consumo de combustible hasta un
20%. Tampoco es conveniente llevar las ventanillas totalmente
bajadas si se circula a más de 100 kilómetros por hora, ya que
se gasta un 5% de carburante más.
-
Vigilar la presión de los neumáticos:
Un mantenimiento inadecuado del vehículo también aumentará de
forma innecesaria los gastos de combustible. Los neumáticos
desinflados y un filtro de aire sucio aumentan un 6% el consumo,
mientras que unas bujías sucias lo incrementan hasta un 10%.
-
Respetar la distancia de seguridad:
Es preciso mantener una distancia de seguridad adecuada y un
campo de visión que permita divisar tres vehículos por delante.
Además, en el momento en el que se detecte un obstáculo o una
reducción de la velocidad de circulación conviene levantar el
pie del acelerador para anticipar las maniobras siguientes. De
esta forma, el conductor evitará frenazos en seco, ganando en
seguridad, pero también reduciendo el desgaste de frenos,
embrague y motor.
Un ahorro evidente
Poniendo todo esto en práctica, la
compañía calcula que una conducción eficiente puede permitir un
ahorro medio anual de hasta 500 € en consumo de carburante. Además,
una conducta preventiva y defensiva hace posible reducir el número
de accidentes en carretera, lo que repercute en la prima del seguro
con una posible bonificación de hasta 250 € anuales. Así pues,
podríamos ahorrar unos 750 € al año
al volante de nuestro vehículo. En el caso de las empresas,
teniendo en cuenta los factores añadidos que entran en juego, se
estima que el recorte en gastos anual podría llegar hasta los 2.000
€ por vehículo. Alejandro Madrigal, responsable de los cursos
“Drive4Life” lo deja muy claro: “Una conducción ecológica es una
conducción económica”.
En definitiva, seguro que antes
desconocías que depurando tus malos hábitos al volante puedes
reducir el gasto de combustible en un 20% o que conducir de forma
preventiva puede rebajar en más de
un 50% el número de accidentes. Ahora ya lo sabes, así que
no tienes excusa para dejar atrás tus antiguas “manías” o falsas
creencias y poner de una vez por todas estos consejos básicos en
práctica.