Se puede
estirar el tiempo con la mente ?
¿Es posible
entrenar nuestra mente para que perciba el paso del tiempo de una
manera diferente? Según algunos investigadores, si
Aseguran que
con el entrenamiento adecuado, podemos hacer que la velocidad con la
que transcurre nuestra vida sea mucho menor, aprovechando mejor el
tiempo y logrando controlar su frenético ritmo.
Mike Hall, un entrenador de los deportes de Edimburgo ha aprendido a
"estirar" el tiempo. Hall asegura que desde los 12 años tiene el
poder de hacer que su percepción temporal cambie, haciendo que el
tiempo subjetivo transcurra más lentamente. Esto ha contribuido,
según él, a convertirlo en un mejor jugador de squash. "Es difícil
de describir, pero es una sensación de quietud, de que ya no estoy
atrapado en el tiempo secuencial", dice. "La pelota sigue rebotando,
pero se mueve por la cancha a diferentes velocidades, dependiendo de
las circunstancias. Es como que he salido de tiempo lineal."
La primera impresión que uno tiene al leer esto es que el bueno de
Mike ha perdido un tornillo. El tiempo debería ser uno solo, y el
mismo para todo el mundo. De no ser así, cosas muy extrañas podrían
pasar. Sin embargo, varios biólogos, neurólogos e investigadores de
otras áreas coinciden en que lo expuesto por Hall es verdad.
El neurólogo Warren Meck es una de las autoridades con más peso en
el estudio de la forma en que el cerebro mide el paso del tiempo.
Meck ha clasificado dentro de tres grandes grupos nuestra habilidad
para medir el transcurso del tiempo: en un extremo ha situado a los
ritmos circadianos, que controlan cosas como sueño y la vigilia
durante períodos de 24 horas. En el otro extremo ha puesto nuestra
capacidad de "medir" tiempos en el rango de los milisegundos, que
utilizamos en las tareas que requieren de motricidad fina. Y en el
medio, dentro del rango temporal que va desde unos segundos hasta
algunos minutos, se encuentra nuestro sistema que percibe
conscientemente el paso del tiempo.
Extrañamente, los científicos son capaces de comprender que partes
de nuestro cerebro intervienen en el control de los ritmos
circadianos y de los lapsos de tiempo muy cortos, pero es poco lo
que se sabe sobre la manera en que utilizamos nuestro cerebro para
medir tiempos dentro del rango medio. Muchos pensaban que la
percepción del tiempo era poco más que un efecto secundario de la
cognición en general, y se negaban a verlo como una disciplina por
derecho propio. Pero ahora, se han descubierto algunas zonas del
cerebro que parecen especializadas en la medición del paso del
tiempo, una especie de "ritmómetro" biológico.
Meck cree que el cerebro utiliza esta especie de marcapasos interno
para cronometrar eventos. Cuando necesitamos hacer una estimación de
cuánto tiempo ha pasado, por ejemplo cuando estamos esperando un
autobús o preparando una taza de té, simplemente "consultamos" este
cronometro.
Lo interesante del caso es que la velocidad con la que mide el paso
del tiempo este cronometro interno puede variar. Experimentos
llevados a cabo en roedores entrenados para mover una palanca que
les proporciona comida y que funciona solo cada un determinado
intervalo de tiempo demuestran que la producción de dopamina afecta
la forma en que el animal percibe el transcurso del tiempo. Si se
añade dopamina, el ritmómetro de las ratas va más deprisa; si se
elimina, el reloj se hace más lento.
Los defectos de este ritmómetro, según Meck , podrían explicar
varias dolencias. La dislexia, la hiperactividad, la enfermedad de
Parkinson y la esquizofrenia pueden estar asociadas a la forma en
que percibimos el paso del tiempo. Y también explicaría por qué en
un accidente de automóvil tres segundos perecen tres minutos o
incluso de qué forma algunas drogas (como la cocaína) producen una
sensación de velocidad, mientras otras, como la marihuana, nos hacen
sentir que el tiempo transcurre más lentamente.
Todo esto demuestra que el truco de Mike Hall para hacer que su
juego de squash sea mejor es posible. De alguna manera, Hall puede
hacer que su ritmómetro funcione a una mayor velocidad, haciendo que
su percepción de la realidad cambie, y que fenómenos que duran
segundos en el "tiempo normal", a él le parezcan minutos. No es algo
tan descabellado, simplemente es el equivalente biológico de usar un
cronometro que marche más rápido: si medimos con él la velocidad de
un objeto cualquiera, este parecerá viajar más lentamente, ya que
tardará más cantidad de "segundos rápidos" para recorrer una
distancia determinada.
Un dato interesante sobre este temas es que la existencia de algún
cronometro interno ya había sido sugerida hace mas de 70 años. Un
psicólogo estadounidense, Hudson Hoagland, escuchó a su mujer
quejarse de que su marido se había marchado de la habitación durante
mucho tiempo, cuando en realidad había salido sólo un momento. La
señora Hoagland estaba padeciendo una fiebre intensa, y era cuidada
por su marido.
Picado por la curiosidad, el psicólogo le pidió a su mujer que le
dijera cuándo había pasado un minuto. Solo 37 segundos más tarde
ella dijo que ya había pasado el tiempo. Puesto a investigar,
Hoagland descubrió que medida que subía su temperatura, la
percepción del tiempo de su mujer era aun más lenta (su cronometro
funcionaba más rápido, como el de Hall).Más tarde también pudo
determinarse que haciendo descender la temperatura del cuerpo de una
persona en dos o tres grados se podía acelerar el sentido subjetivo
del tiempo (o sea, disminuir la velocidad del ritmómetro).
Dado que hay una correlación entre la cantidad de dopamina y la
percepción del paso del tiempo, y que los niveles de esta sustancia
en el cerebro disminuyen con la edad, el sistema nervioso y su
ritmómetro se hacen más lentos al envejecer. Esto explica porque los
ancianos a menudo confunden el tiempo. Los experimentos demuestran
que cuanto más viejo se hace uno, más se tiene la impresión de que
el tiempo vuela.
Meck cree que con todos estos conocimientos nuevos sobre la forma en
que funciona nuestra percepción temporal sería posible entrenar el
cerebro para que crea que el tiempo transcurre más o menos
rápidamente. O utilizar alguna medicina que tenga el mismo efecto.
Esto haría posible que el hombre maneje de una forma mucho más
eficiente su posesión más apreciada: el tiempo
http://www.neoteo.com
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