Las Fuerzas Armadas españolas se enfrentan en 2014 a su año más difícil. Y no porque deban acometer una misión especialmente arriesgada. Al contrario, España está reduciendo su presencia militar en los teatros de operaciones más peligrosos, como Afganistán o Líbano.
Las nuevas operaciones, en Mali o la República Centroafricana, requieren contingentes más reducidos y dedicados básicamente a tareas de instrucción o transporte.
El problema es que los persistentes recortes presupuestarios de los últimos años “han tocado hueso”, según un mando militar. Ya no se trata de una escasez coyuntural, que pueda sortearse tirando de reservas o aplazando lo menos urgente. Las restricciones seguirán a medio plazo y la estructura actual es insostenible.
Ante esta situación, el Estado Mayor de la Defensa ha puesto en marcha un plan destinado a garantizar la operatividad del núcleo de las Fuerzas Armadas, la llamada Fuerza Conjunta, a la que se primará en la asignación de recursos escasos. Se trata de evitar que los ejércitos se conviertan en una “estructura hueca”, inservible cuando se la necesite, según el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Fernando García Sánchez.
En palabras del ministro de Defensa, Pedro Morenés, “más vale tener un 10% al 100% que un 100% al 10%”. Desde 2008 el presupuesto de Defensa se ha reducido un 32%, pasando de 8.494 millones a 5.745 en 2014. Morenés consiguió dos créditos extraordinarios de 1.782 y 877 millones en 2012 y 2013, pero solo sirvieron para saldar deudas con las industrias militares, no para aliviar el día a día de los cuarteles.
Ni un euro ha ido al capítulo 2 del presupuesto, el que sirve para pagar las maniobras, el combustible o la munición; el que garantiza que el Ejército sea operativo, que no solo tenga armas sino que sepa y pueda utilizarlas si llega el caso. Su importe se ha recortado un 36% en seis años, de 1.073 a 682,7 millones.
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El jefe del Ejército revela que el 50% de sus vehículos de combate están parados El ministro de Defensa plantea reducir entre 3.000 y 13.000 militares El ‘Príncipe de Asturias’ llega a Ferrol para su desarme Hasta ahora, la falta de recursos se ha suplido con los fondos destinados a las misiones en el exterior, que se financian al margen del presupuesto ordinario con una partida ampliable que en 2013 ha rozado los 800 millones.
Estas misiones no solo han servido para mejorar la imagen del Ejército o el prestigio internacional de España, sino para que las unidades que participaban en las mismas recibieran un intenso entrenamiento, completasen sus plantillas y cubrieran sus carencias en equipos y pertrechos.
Los blindados antiminas RG-31 o Lince se han comprado con ese dinero extra. Pero las grandes misiones internacionales se acaban. El contingente en Afganistán se ha reducido en un 73% (de 1.400 a 375 soldados) en un año y el de Líbano en un 48% (de 1.100 a 578) en dos.
Seguirán en ambos países las tropas españolas, pero ya no serán grandes unidades, como la Legión o la Brigada Acorazada, las que se turnen cada dos o tres años. Es cierto que el coste total de las misiones internacionales se ha mantenido en 2013, e incluso ha aumentado en 24,4 millones, pero ello se ha debido a la necesidad de financiar el monumental repliegue de Afganistán. En 2014 esta partida (la 228) deberá reducirse drásticamente.
El plan de Defensa pasa por concentrar los recursos en una fuerza de “alta calidad, versatilidad, eficacia, resilencia y carácter expedicionario”, según el almirante García Sánchez. Se trata de disponer de un núcleo “capaz de resolver los problemas” y dar una respuesta “rápida y efectiva” cuando el Gobierno lo demande.
La Fuerza de Acción Conjunta deberá estar preparada para intervenir en un máximo de un mes desde que reciba la orden de activación. Aunque algunas de sus unidades, las de reacción rápida, dispondrán de un plazo de despliegue inferior: en cinco, 15 o 20 días. Fuente: ABC